Coincido en que las duplicidades administrativas condicionan, sino limitan, la necesidad de los consells insulars. El de Mallorca en concreto ha sido durante muchos años como la ubre de una vaca para dar leche a los profesionales de la subvención, cuando no a personas y proyectos, algunos de los cuales aún se dirimen en los Tribunales. Pero si algo ha funcionado con regularidad y eficacia en esa institución ha sido su servicio médico dedicado básicamente a la medicina del esfuerzo que constituye una ciencia preventiva de primera mano.

Lo que ha sucedido ahora no es fruto de la casualidad, sino una evidente falta de previsión que abona las dudas respecto a la capacidad y conocimientos de los nuevos responsables del deporte a nivel institucional, porque aunque estemos hablando de un asunto que sólo compete al Consell de Mallorca, los primeros pasos del departamento de Javier Morente, que no lo hizo nada mal en Calvià, en el Govern Balear inspiran tantas dudas como los de Ramonell.

Si, como parece ser, no existía la posibilidad de convocar el pertinente concurso para adjudicar las revisiones facultativas de los deportistas en edad escolar, tampoco ha debido permitirse el inicio de las competiciones de referencia. Mejor empezar tarde y bien, incluso no empezar, que tener que lamentar algún incidente de consecuencias irreparables que Dios quiera que no se produzca.

Desde luego si yo tuviera un hijo o una hija inscrito en alguna de las disciplinas convocadas, no pisaría un campo, una pista o una cancha, sin haber pasado la revisión pertinente. No sumaría mi irresponsabilidad a la que ahora se presenta como un simple error burocrático. Este se puede perdonar, pero seguir como si no existiera es inaceptable.