La contrarreloj, con casi cien kilómetros cronometrados, y la media montaña, con una sucesión de etapas "trampa" con ascensos hasta ahora desconocidos, decidirán el ganador del Tour de Francia de 2012, cuyo recorrido fue desvelado hoy por los organizadores.

En contra de la tendencia marcada en los últimos años, en los que se habían reducido los kilómetros contra el crono, el Tour ha querido volver a dar fuerza a esta disciplina para "aumentar el abanico de candidatos" a la victoria final, según afirmó el responsable de la carrera, Christian Prudhomme.

Como contrapeso, para no dejar de lado a los escaladores, los organizadores han potenciado la media montaña, con un paso por el macizo de los Vosgos y el de Jura antes de internarse en los interminables coles alpinos y pirenaicos.

"En todas las etapas puede pasar algo. Hemos dispuesto una sucesión de puertos algo alejados de la meta pero que pueden servir de rampas de lanzamientos para ataques largos, como los que este año protagonizaron Alberto Contador y Andy Schleck", señaló Prudhomme.

En busca de la reinvención permanente, el Tour incide en los macizos intermedios y en las llegadas en ligera ascensión durante la primera semana para aumentar el interés de la prueba.

A ellas se suman los recorridos junto al mar, que en Normandía o junto al Mediterráneo pondrán en juego el factor viento.

Sin olvidar los clásicos, con una etapa reina pirenaica que combinará Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde.

Pero los escaladores se tendrán que conformar sólo con dos llegadas en alta montaña, una en los Alpes, con cima en la Toussuire en la undécima etapa, tras haber ascendido la Madeleine, la Croix de Fer y Mollard, y otra en los Pirineos, en Peyragudes, en la última etapa de montaña.

El Tour se lanzará el 30 de junio con un prólogo de 6 kilómetros en las calles de Lieja, que ya acogió la misma disciplina en 2004, con victoria de Fabian Cancellara.

Como en la pasada edición, en la segunda etapa los organizadores han dispuesto una llegada en ligero ascenso de 2,5 kilómetros, con meta en Seraing, cuna de Philippe Gilbert, que volverá a ser el favorito para esta prueba que recuerda al Monte de las Alondras.

La carrera pondrá en seguida rumbo a la Normandía con una llegada a Boulogne-sur-Mer en la que, la cercanía del mar puede ocultar pequeñas cotas de poca distancia pero de grandes porcentajes. El Tour toma prestados recorridos a la temida París-Roubix y sus adoquines.

"Creo que los ciclistas que no hagan un reconocimiento de estas etapas se pueden arrepentir", alerta Prudhomme.

Desde Rouen, la carrera pondrá rumbo al este para afrontar el macizo de los Vosgos y el Jura, donde se concentran buena parte de las sorpresas de la edición.

Prudhomme alertó sobre la etapa con llegada a La Planche des Belles Filles, un puerto que, avisó, tiene "porcentajes extraordinarios", con 6 kilómetros de subida y una pendiente media del 8,5 %, con máximos de hasta el 13 %.

El director de Tour aseguró que la ronda gala nunca había afrontado porcentajes tan extremos como lo que propone este ascenso, llamado a rivalizar en un futuro con el mítico Angliru de la Vuelta a España.

Igual que la siguiente, con una incursión en Suiza, que encadena hasta cinco dificultades de media montaña y que será "puro espectáculo", en palabras del organizador.

Posteriormente se disputará la primera gran contrarreloj, 38 kilómetros llanos entre Arc-et-Senans y Besançon y, tras la primera jornada de reposo, se afrontarán los Alpes.

Ese macizo tendrá en esta edición menos peso, pero contará con una primera jornada con ascenso al Colombier, lejos de la meta, y la de la Toussuire.

La transición hasta los Pirineos comporta alguna cita de media montaña y, sobre todo, la etapa con final en Cap d'Agde, que transcurre en parte junto al Mediterráneo y donde el viento puede dictar su ley.

Dos etapas de montaña con final en descenso y con la segunda jornada de descanso entre medias desembocarán en la etapa reina.

"Hay menos puertos de categoría especial pero más de primera categoría. Creo que es un Tour compensado", indicó Prudhomme.

Una larga pero suave transición dejará el Tour listo para la sentencia que en esta edición se dictará en la contrarreloj del penúltimo día, 52 kilómetros llanos entre Bonneval y Chartres.

Ahí quedará decidida la carrera a la espera del paseo triunfal del ganador por los Campos Elíseos del 22 de julio, tras haber recorrido unos 3.500 kilómetros.