El Mallorca lleva quince temporadas consecutivas en Primera División y en todo ese tiempo ha faltado serenidad, inteligencia y unos dirigentes que supieran ver más allá de sus narices para construir un proyecto atractivo y estable. En cambio, todo este tiempo ha estado salpicado de guerras internas, golpes de timón y refundaciones, mientras la masa social adelgazaba y la tesorería se vaciaba. Solo los diferentes futbolistas que han poblado el vestuario a lo largo de estos años han estado a la altura y por eso, y no por los dirigentes, el Mallorca sigue hoy en la elite.

Mal olor

LLorenç Serra Ferrer también prometió aires de renovación a su llegada al Mallorca y hoy el ambiente es irrespirable. Parapetado en su despacho para protegerse de amenazas reales o imaginarias, ya solo busca agarrarse al clavo ardiendo de un inversor o comprador que le libere de una gestión que le ha aplastado porque nunca confió en nadie para delegar. Ahora hay una guerra civil en el Mallorca y el propietario culpa a Pedro Terrasa de conspirar para arrebatarle el club. Eso sí, en privado y sin pruebas. Lo cierto es que el olor de lo que sale de la planta noble de Son Moix empieza a ser hediondo. Lo resumió alguien que estuvo y ya no está: "Estos van locos por dar un pelotazo". ¿Será cierto? El tiempo lo dirá.

Caparrós no es un mago

En plena tormenta el propietario contrató un seguro de vida millonario llamado Joaquín Caparrós (dos millones de euros, precio de Gregorio Manzano). En su estreno ante el Valencia logró un buen punto y seguro que con el tiempo el técnico dará a su equipo más consistencia para que no dependa tanto de la fortuna. Pero Caparrós no es un mago. La materia prima es la misma y son los futbolistas los que al final deberán sacar las castañas del fuego.

Claassen, genio y figura

Alguien que dice mentiras es un mentiroso. Y este adjetivo se podría aplicar perfectamente a Utz Claassen. El alemán es un tipo que en público respalda al director general y en privado conspira para cargárselo. Pero no se lo tomen en serio. En el club nadie lo hace.

Las peñas se equivocan

La Federació de Penyes se equivoca gravemente metiéndose en los líos del club. Sobre todo si de lo que se trata es de apuntar contra el insustancial Biel Cerdà. El consejero ha metido las narices donde no debía desautorizando a Jordi Morey y proponiendo la modificación del escudo y de la mascota. Pero esa no es razón para contaminar un partido de fútbol sembrando Son Moix con pancartas en las que se le pide la dimisión. Rafel Martorell haría bien en dar un paso atrás. Tiene derecho a tener sus fobias y sus filias –en el pasado fue un incondicional de Vicenç Grande– pero en privado. Su condición de presidente de la Federació le obliga.

Lorenzo, sin título pero con la cabeza alta

Jorge Lorenzo ha llegado hasta donde podía con su moto. El mallorquín ha corrido en inferioridad de condiciones con la Honda de Casey Stoner, pero en lugar de quejarse ha pilotado al límite de sus fuerzas en todas las carreras con el objetivo de alargar en todo lo posible el alirón del australiano, que finalmente le ha arrebatado la corona que ganó en 2010. Quedará en el recuerdo la entrega de un piloto tan extraño como tenaz.

Nadal, un problema llamado Djokovic

Tampoco será el año de Rafel Nadal. La Davis, Paris y la Copa de Maestros pueden embellecer un 2011 en el que ha perdido hasta siete finales –seis ante Djokovic–. Nada que objetar. Hay que mirar hacia adelante y tratar de encontrar la solución para derrotar el serbio.