A las cuatro de esta tarde el Real Mallorca juega un partido crucial para su estabilidad. El encuentro no se dilucidará en un terreno de juego, sino en los despachos del Iberostar Estadio. En juego, la continuidad de Pedro Terrasa como director general de la entidad, cargo al que accedió hace dos meses. El máximo accionista y vicepresidente del club, Llorenç Serra Ferrer, junto a los también consejeros Biel Cerdà y Miquel Coca le acusan de liderar una conspiración para derribar al propietario y hacerse con las riendas de la entidad, tal como informó en exclusiva DIARIO de MALLORCA el pasado jueves.

Aunque oficialmente el único punto en el orden del día del Consejo convocado por el presidente Jaume Cladera es abordar las declaraciones de los consejeros en los últimos días, lo cierto es que la continuidad de Terrasa estará sobre la mesa de una cita que se prevé caliente y en la que se esperan reproches por ambas partes por los acontecimientos que han vuelto a convertir al club en noticia por lo que pasa fuera de los terrenos de juego.

Coca fue rotundo en la entrevista que concedió a este diario el pasado jueves: "Mi impresion es que el brazo ejecutor de la operación es Terrasa; ahora el club es una perita en dulce, y por eso hay interés en cargarse a Serra Ferrer". Unas palabras que estuvieron en boca de todos y que pusieron en evidencia las abismales diferencias entre el director general y el grupo de Serra Ferrer.

Al día siguiente, tras la visita que Cerdá y Coca realizaron al alcalde de Palma Mateo Isern, los consejeros se despacharon a gusto. "Desde que Terrasa ha llegado, el club es un maremágnum de dramas continuos", dijo Cerdà. Coca fue aún más lejos, y echó un pulso a Terrasa: "O se va él o nos vamos nosotros", unas declaraciones que reflejan bien a las claras que se ha alcanzado un punto de no retorno en las relaciones entre los personajes implicados.

Terrasa, que niega a su entorno más próximo que lidere cualquier conspiración para derrocar a Serra Ferrer –de hecho, lo considera absurdo–, negará una por una las acusaciones que se le imputan. Entre ellas, la de filtrar acuerdos del Consejo o su discurso condescendiente con Michael Laudrup la noche en la que se llegó a un acuerdo para la rescisión de su contrato. "Agradezco, en mi nombre y en el del Mallorca, la sensibilidad que ha tenido Michael con el club", dijo Terrasa, unas palabras que escocieron a Serra Ferrer, enemistado con el técnico desde la incendiaria rueda de prensa del danés, el 2 de septiembre, en la que acusó al propietario poco menos que de inepto por fichar al belga Ogunjimi fuera de plazo. Además, horas antes de estas halagadoras palabras de Terrasa, el segundo de Laudrup, Erik Larsen, llamó "mala persona" a Serra Ferrer, por lo que cuando menos se considera inoportuno el tono empleado por el director general.

Terrasa entiende que Laudrup se portado como un señor y que , cobrando 280.000 euros, ha ahorrado al club algo más de cuatrocientos ya que en el supuesto de que se le hubiera despedido –lo que hubiera sucedido antes o después–, el coste hubiese sido de 700.000 euros. Por su parte, Serra Ferrer considera que el deseo del técnico de negociar su salida es una forma de dimisión, que de haberse producido, tendría que haber abonado 500.000 euros, cantidad que figuraba en una cláusula de cu contrato.

Conspiración

El director general recordará en la reunión de esta tarde que difícilmente promueve una consipiración para descabalgar a Serra Ferrer cuando, en presencia del propietario, en s´Olivaret, ha asistido a las siete reuniones que se mantuvieron entre abril y agosto con un grupo suizo para la posible venta del club. Instará a los que le han acusado de que presenten pruebas y les reprochará lo que él considera insultos hacia su persona.

Si se procede a una votación para decidir si se le destituye o no, Terrasa lo va a tener muy difícil. Serra Ferrer, Miquel Coca, Biel Cerdà y el propio Cladera estarían a favor de la salida del director general. Podría unirse a ellos el alemán Utz Claasen, aunque su voto en principio es una incógnita. Los únicos votos favorables a Terrasa serían el suyo propio y el de Fernando Martos, que figura en el Consejo en representación de la familia Nadal, poseedora de un diez por ciento de las acciones. Algunos interpretan de las palabras de Miquel Angel Nadal al término del partido frente a Osasuna, en las que atribuyó a Laudrup gran parte del mérito del empate en el Reyno de Navarra, una declaración de intenciones sobre de qué lado están los Nadal en el enfrentamiento entre el máximo accionista y el director general.

En el supuesto de que se proceda a debatir la continuidad de Terrasa como director general, pueden tener un papel importante los adminitradores concursales. Frau, Creguenzán y Mir podrían asistir al trascendental Consejo de esta tarde. Aunque los consejeros disfrutan de total autonomía, las decisiones que toma el Consejo deben ser ratificadas por los administradores. Y más, una decisión de la trascendencia de una destitución de uno de los rectores de la entidad. Esta tarde se saldrá de dudas.