­Manacor está de fiesta. Su equipo es de nuevo de Segunda B tras vencer ayer de forma épica, por la mínima y de penalti (1-0) al Almansa en el último duelo de la fase de ascenso a la categoría de bronce del fútbol español, al que regresa el conjunto rojiblanco después de dieciocho años.

Fue una tarde inolvidable. Para la afición, los jugadores y el técnico del Manacor. Pero también para el árbitro, el catalán Calle Martínez, claramante superado por el tenso clima que arrastraba la eliminatoria desde la ida (ganó el Almansa por 2-1 en un duelo que fue suspendido varios minutos y en el que hubo agresiones a los representantes del Manacor). Fue el trencilla, precisamente, el protagonista de los primeros quince minutos, en los que sacó cinco tarjetas amarillas.

Había tensión, pero no tanta. Los nervios no provocaban violencia, solo alguna que otra falta a destiempo y, sobre todo, un total descontrol del esférico. Nadie era capaz de dominar el balón y mucho menos de crear ocasiones.

Entre tanta pelota aérea, un chut de Barbón (m.18) ajustado el palo fue el único susto para el cancerbero visitante Imanol, excelente en los centros al área.

La expulsión de Fer a la media hora dio aires de heroicidad al choque para el Manacor. Con una hora por delante, el objetivo era ahora salvaguardar a Gaspar y buscar el gol que daba el ascenso. El portero local se lució al borde del descanso en dos acciones de Rubén.

Tras el intermedio, el Manacor fue más arriesgado. Y más práctico. El Almansa quiso contemporizar y se llevó un par de sustos antes de que el árbitro señalara un penalti por manos de Iñaki en un córner. El especialista Barbón no falló y el Manacor cerró filas. El Almansa acosó en los minutos finales, pero ahí estaba Gaspar.

Al final, ascenso y fiesta: el técnico Jaume Mut invitó a toda la plantilla a cenar en su casa. Hoy es día de resaca.