El Iberostar Mallorca cumplió con el objetivo de no fallar en el primer partido de la serie ante el Fontedoso Carrefour Ávila. Un partido que en la mayor parte tuvo color naranja y que sólo en los minutos finales se tiñeron de verde pistacho. El Mallorca jugó con fuego y salió indemne.

El Iberostar Mallorca comenzó muy fino desde el perímetro y algo fallón de cerca. Los centímetros del letón Cipruss imponían su ley. Pero la agresividad defensiva y el control del rebote permitieron a los de Xavi Sastre aplicar algo de velocidad para abrir el primer hueco. Isma Torres comenzaba a mandar bajo tablas, 14-7, y el Fontedoso buscaba a su hombre de referencia, Ramsdell, para evitar el despegue. Con la segunda unidad el Iberostar Mallorca bajó el pistón y el cuadro castellano se acercó a 2 puntos, 14-12.Pero con un último arreón cerrana el acto con 19-12.

La agresividad defensiva y la vigilancia en las líneas de pase permitió correr al Mallorca, que con un parcial de 8-2 se escapaba. El Fontedoso, huérfano de Ramsdell, se refugió momentáneamente en Cipruss para aguantar el tirón. Y en esas llegó el momento de Toni Vicens, que se marcaba un parcial de 6-0 para casi doblar al rival, 32-17. El cuadro castellano supo reacionar con Xavi López y al descanso el cuadro naranja llegaba con 15 de ventaja.

Los de Sastre se encaramaban a los 23 puntos de ventaja, que sería la máxima diferencia. Sastre dosificaba a sus hombres. El partido parecía bajo control. Con 19 puntos (61-42) se entraba en el período definitivo en donde cambiaría la decoración.

El Fontedoso salió muy entonado y sorprendió con un parcial de 0-7, 61-49. Los castellanos sometieron al Iberostar a un ritmo lento y con el ataque estático podrían bajar la diferencia. El Mallorca sobrevivía a golpes de inspiración, manteniendo la ventaja por encima de la barrera psicológica de los 10 puntos. A 3:50 la ventaja saltaba por los aires con dos triples de García Peña. Restaban dos minutos. Pampín devolvía el golpe y la parroquia local respiraba. Sergio Alonso se encargó de poner la rúbrica y cerrar el partido. Un final peligroso pero que puede ser útil para los mallorquines, a modo de lección, para el segundo de la serie de mañana.