"Por favor, subid a ayudarme". Con estas desesperadas palabras reclamó ayer ayuda Tolo Calafat a sus compañeros Juanito Oiarzabal y Carlos Pauner tras llevar más de veinticuatro horas sin poder moverse a 7.600 metros de altura. Sólo hacía un día que juntos habían alcanzado la cima del Annapurna (8.091 metros), el objetivo por el que habían estado tantos meses luchando y preparándose. Pero la fiesta no es completa. Al menos de momento.

El alpinista mallorquín, de 39 años, continúa en el mismo lugar en el que se detuvo junto al sherpa llamado Sonam cuando descendía hacia el campo 4. Estaba exhausto. Ya no podía andar. Fue el único de los tres que no consiguió llegar. Durmió al raso, sin tienda ni saco de dormir, soportando una temperatura cercana a los treinta grados bajo cero y vientos de entre 70 y 80 kilómetros por hora. Hay especulaciones que apuntan a que podría padecer un edema cerebral, aunque no está confirmado.

Eso sí, la única noticia positiva de la jornada es que el palmesano tuvo fuerzas para llamar por teléfono vía satélite a su mujer Marga para tranquilizarla. "Quería avisar de que estaba relativamente bien, aunque tenía poca voz y estaba muy cansado", declaró a DIARIO de MALLORCA Toni Contestí, amigo de la familia. La llamada de Calafat se produjo cerca de las nueve de la mañana, hora española. Incluso también aportó las coordenadas de su situación al campo base. En aquel momento soñaba en acabar en pocas horas con el infierno que estaba sufriendo. El sherpa que le acompañaba había bajado al campo 4, por lo que estaba completamente solo. Al cierre de la edición de este periódico todavía seguía en el mismo sitio, una circunstancia que incrementaba la ansiedad por encontrar una solución.

Lo que provocó una mayor alarma fueron las declaraciones de Oiarzabal. "Lleva un teléfono y no hace nada más que llamarnos desesperadamente para decirnos que por favor, que por sus hijos y por su familia, subamos a ayudarle. Son momentos muy dramáticos", pronunció con la voz entrecortada en la Cadena Ser. "Le ofrecimos hasta seis mil euros por persona a los sherpas de la expedición coreana para que subieran, pero se negaron porque estaban cansados", subrayó resignado.

A primera hora de la mañana un helicóptero había intentado rescatarle, pero la espesa niebla había impedido acercarse al montañero. Era imposible. Hoy lo volverá a probar. Y no puede fallar. Es un aparato especializado en volar a más de 7.000 metros de altura que, sin ir más lejos, sacó a siete surcoreanos del Manaslu (8.156 metros) hace sólo cuatro días.

Cuando conocieron que el helicóptero había fracasado en su deseo de encontrar a Calafat, enviaron a un sherpa para arroparle. Iba cargado con media botella de oxígeno, agua, corticoides, tienda de campaña y saco de dormir. Se desconoce si le pudo encontrar porque no pudieron contactar con él.

Esperanza

La mayor esperanza para rescatarle es el helicóptero, pero no la única. En el campo 4, junto a Oiarzabal y Pauner, se encuentra el alpinista rumano Horia Colibasanu, que ya ha manifestado su intención de acudir a por Calafat si es necesario. "Si no puede llegar a por Tolo, yo subo a por él", dijo. Horia, que en su anterior expedición al Annapurna hace dos años vivió en primera persona la muerte de su entonces compañero de expedición, Iñaki Ochoa, explica que la situación de Tolo es complicada. "Podría tener un edema cerebral y sigue a 7.600 metros. Si el helicóptero no puede subir, iremos algunos sherpas y yo mismo y le llevaremos un saco de dormir y oxígeno para recuperarle un poco y tratar de bajarle", explicó.

Colibasanu recibiría la ayuda de Jorge Egocheaga, que tras hacer cumbre y llegar al campo base volvió a emprender el ascenso por su valiosa condición de médico. Todo esto si el helicóptero no puede acercarse lo suficiente. En el campo base, el español Javier Pérez –compañero de expedición de Tolo, que no pudo hacer cumbre porque se le rompió un crampón durante la subida–, el estadounidense Nick Rice y los médicos españoles Morandeira y Nerín coordinan la operación de rescate, en la que se intenta que colabore el recientemente estrenado equipo de rescate aéreo en el Himalaya.

A medida que pasan las horas, las opciones disminuyen. Los partes meteorológicos preveían que la noche fuera de muy mal tiempo en el Annapurna, pero que hoy por la mañana el viento y las nevadas remitirían, lo cual podría facilitar la operación de rescate. Mallorca le echa de menos.