De la misma manera que una buena estocada palía en parte una mala faena, la deficiente ejecución de la suerte suprema echa al traste cualquier esfuerzo. El Mallorca hubiera podido disimular una pésima tarde de haber acertado ante el gol, pero su ingenua definición le obligó a agradecer un empate que no contenta a nadie, puesto que, en caso de victoria y ante la derrota del Sevilla en Getafe, el golpe de estado a la Liga hubiera sido casi definitivo a falta de cuatro jornadas y tres semanas para que baje el telón.

Suspenso en penaltis. A los dos minutos Víctor, en su peor partido de la temporada, marró una oportunidad aún más fácil que el máximo castigo errado por Castro. Manzano sorprendió al decir que el uruguayo es quien mejor los tira en los entrenamientos, lo cual induce a preguntarse por qué entonces le permitieron a Aduriz desperdiciar dos consecutivos en Getafe y Xerez y por qué ha dejado de lanzarlos quien los marca: Borja. Una asignatura que el profesor se empeña en no explicar, los alumnos en suspender y que le ha costado al club cinco puntos y quedar fuera de la Copa del Rey. Lamentablemente no es lo único que hizo mal el Mallorca ante un rival que se halla sólo un punto por encima del descenso y jugó con uno menos toda la segunda parte.

Contra sí mismo. Habíamos escrito en la víspera que el enemigo estaba en casa, como así fue. El Mallorca cayó presa de su propia ansiedad, Borja corría por todo el campo cual pollo sin cabeza, -Toshack dixit-, Castro se empeñaba y estrellaba en acciones individuales y, sin orden ni concierto, era muy sencilla la tarea defensiva del Málaga. Tanto que la pudo realizar sin los dos centrales que iniciaron el encuentro, lesionado uno y expulsado el otro. Ocho jugadores atrincherados en su área y un solo delantero le bastaron para desquiciar al anfitrión y llevarle al borde del abismo al que no llegó a caer por el empeño de Aduriz, forzado a ser un espectador más del desaguisado a fuerza de esperar el suministro de balones, uno de los cuales fue al poste. Rubén y Aouate evitaron que el cataclismo fuese irreparable.

Impotencia. Mejuto, falto de autoridad en su arbitraje, acertó tanto en el penalti y expulsión de Stepanov como en el gol del Mallorca, que acabó en tangana. Prueba del desasosiego local fue la pelea entre Aduriz y Keita. El vasco tenía razón al recriminar al guineano su individualismo y desprecio del sentido colectivo, pero la perdió al increpar al compañero cuando nadie lo hizo con él al fallar los penaltis comentados en el segundo párrafo. Lamentable comportamiento el de ambos, aunque por distintas razones.

Sigue la emoción. Con el Barça arriba y el Madrid pendiente de su tropiezo, el pinchazo del Mallorca no encuentra un efecto inmediato gracias al frenazo del Sevilla, pero el peligro se tiñe de amarillo con el Villarreal a sólo cuatro puntos y escalando posiciones. Y siempre que el Athletic no gane esta noche en Pamplona, lo que resultaría arriesgado en vísperas de viajar a San Mamés. La Liga se ha descerebrado por la cola. Advertíamos de la renuncia prematura del Sporting que, en tono menor que el Málaga y el Zaragoza, todavía puede verse amenazado por el descenso. No es bueno vender la piel del oso antes de cazarlo y ahora solamente la del Xerez está sobre la piedra. Clemente amenaza con su renovado Valladolid y desde el décimo cuarto al décimo noveno ya nadie está seguro.