Sin cuestionar en ningún momento el trabajo, la actitud y el compromiso de los jugadores, el Mallorca no estuvo fino ni supo jugar contra la inferioridad numérica del Málaga. Desaprovechó la mejor ocasión para desnivelar el cero a cero en un penalti lanzado de manera lamentable por Gonzalo Castro. Durante toda la segunda parte el equipo de Manzano no pudo, o no supo, jugarle al rival con esa supuesta ventaja que da el jugar contra diez. No hubo ni juego interior ni juego por las bandas. Todos los centros desde los costados acabaron en nada o en las manos de Munúa. Y la verdad es que pudo ser peor. El Mallorca acorraló al Málaga en su área de manera estéril, por eso pienso que hubiese sido mejor jugar contra once. El rival con un simple punta creó dos ocasiones cristalinas. Una la neutralizó el mejor del equipo, Rubén, y otra fue gol. Lógicamente el equipo andaluz se echó atrás y de ahí el gol del empate que al final les sabrá a poco a unos y a otros. En cualquier caso la Liga en la zona Champions no pueda estar más emocionante.