Carlos Moyà, camino de los 34 años, ve como su carrera deportiva profesional se acerca a su fin más rápido de lo previsto. Las diferentes lesiones que ha sufrido en los últimos años no perdonan y están acelerando su despedida. Unas dolencias que llevan camino de obligarle a bajar el telón antes de lo programado. La última especialmente. Una rotura del tendón peróneo –diagnosticada en principio como una tendinitis– que ya le obligó a abandonar, el 14 de marzo, el Masters 1.000 de Indian Wells y que ayer también le forzó a renunciar al torneo de Miami. Una cita que tenía previso afrontar a partir de hoy, con un partido que le enfrentaba al francés Florent Serra.

Y es que las últimas pruebas médicas a las que se sometió el tenista palmesano el lunes, una resonancia magnética, ha terminado desvelando que su, en principio, tenidinitis en el tendón peroneo de su pierna derecha no se ha recuperado a tiempo. Es más, se ha agravado, convirtiéndose en una rotura.

Un serio contratiempo que todo apunta que le obligará a sufrir la inmovilización de su pierna derecha y a permanecer de baja, al menos, dos meses. En principio le deja fuera de Miami y amenaza con mantenerle en el dique seco hasta finales de junio. Una inactividad que complica seriamente su participación en Roland Garros, que empezará el 23 de mayo.

Y es que Moyá, que había recibido una invitación de la organización, no pasó con éxito las últimas pruebas médicas que se le realizaron en la ciudad de Florida. El mallorquín se ha dado de baja una vez el cuadro ya estaba hecho y le colocaba con opciones de medirse a Roger Federer en tercera ronda.

La última lesión del ex número uno del mundo está provocada por su cambio de apoyos tras la operación en el dedo gordo de su pie derecho, afectado de artrosis, a la que se sometió el 18 de abril. A pesar de la ayuda de unas plantillas las sobrecargas no le han perdonado.