Alimentar a los peces mientras se juega al golf frente al mar, es una de esas ideas extrañas que en muchas ocasiones suelen tener éxito comercial. Albert Buscató, un ingeniero técnico agrícola ha ideado unas pelotas biodegradables al agua rellenas de comida para peces: unos 'ferrero roche' para sirenas.

¿Por qué y para qué? Son las preguntas que cualquier profano se hará al escuchar este proyecto. Este empresario explica que, según una normativa de la International Maritime Organization, está prohibido verter cualquier plástico al mar, lo que impide poder jugar al golf en entornos marinos, o por ejemplo a bordo de un crucero, ya que las bolas utilizadas normalmente en este deporte son muy contaminantes.

Aunque ya existían pelotas biodegradables, a Buscató, que en 2007 se encontraba de año sabático en Estados Unidos para perfeccionar su inglés, se le ocurrió mientras mejoraba su "swing" contra una red en la costa de Manhattan, el poder lanzar estas bolas más allá de la zona cercada, y que pudieran caer al mar pero con un "plus ecológico": llenándolas de comida para peces.

Así, todos ganaban: el deportista podía ver la trayectoria completa de su "swing", sin que golpease en la red; el mar no se contaminaba y los peces se llevaban algo de comida extra.

Enseguida vio el negocio, pelotas de un sólo uso, no contaminantes, que pudieran utilizarse en zonas de "swing" junto al mar u otros entornos marinos o acuáticos, pero también en cruceros, ya que el golf es una de las pasiones de los cruceristas, aunque hasta ahora se tenían que limitar al putt o al minigolf o utilizar la molesta red.

A través de su empresa, Albus Golf, desarrolló el proyecto. El objetivo era hacer una bola capaz por un lado de soportar el impacto de más de mil kilos que le confiere un palo de golf, sin hacerse fosfatina, y por otro, que al caer al agua comenzase a biodegradarse en su parte exterior como si fuera un terrón de azúcar, para quedar desecha en unas 48 horas.

Así nacieron las ecobioballs, elaboradas con polímeros y materiales no contaminantes (100% no tóxicos), y que en su interior contienen comida tipo para peces, un alimento compactado utilizado como cebo, igual que el que se usa en las piscifactorías.

La empresa de Buscató (Barcelona, 1968) está centrada en el mundo de tecnología de productos ecológicos para el deporte, no en vano es hijo del jugador del baloncesto Nino Buscató.

En estos momentos, la firma está iniciando las primeras producciones de las ecobioballs, y Buscató, que contó con la colaboración de Barcelona Activa y del Centro de Información y Desarrollo Empresarial, dio a conocer con éxito el producto en diversas ferias turísticas -entre ellas FITUR-, así como a empresarios hoteleros y del sector de ocio náutico, especialmente el de los cruceros.

El próximo mes de marzo acudirá a la feria de cruceros de Miami, donde confía en cerrar algunos compromisos, tanto para barcos, como para establecimientos hoteleros de la Rivera Maya.

De momento, la producción de las bolas se realiza en Barcelona, pero si los pedidos aumentan, Buscató no descarta poder descentralizarla en otros países, según se vayan abriendo mercados en América y Asia.

Según este empresario, ya son varias las compañías y entidades que se han interesado por el producto, entre ellas varias de EEUU, Canadá y Maldivas, y no descarta contar con algunos clientes gubernamentales, como por ejemplo la Royal Navy, como una posible oferta de esparcimiento ecológico para sus marineros en los tiempos muertos en alta mar.