No hay tiempo que perder. El agua está entrando en los numerosos agujeros que se han abierto en el casco y el barco del Mallorca se está hundiendo. Hace frío, mucho frío y no hay ningún lugar para resguardarse. Los icebergs que se ha ido encontrando en el trayecto de los últimos dos años han dañado gravemente su estabilidad. Ha recibido demasiados golpes. Por todas partes. Ya sea por mala gestión, por decisiones equivocadas o incluso por apropiación indebida del poco dinero que le quedaba, lo preocupante es que necesita salir a flote lo antes posible. Hay que pedir responsabilidades a los culpables, pero ahora ya no es lo más importante.

Mateu Alemany vuelve poco más de tres meses después con los galones de capitán bien asimilados. No le queda otra. Llega con el plan de acudir al rescate de un navío que malvive por culpa de su delicadísima situación económica a pesar de su excelente momento deportivo. El Mallorca sólo ingresa 1,3 millones de Mediapro cada mes e IB3 pretende rebajar su aportación a más de la mitad –de 3,7 a 1,7–. Más obstáculos. El andritxol ya ha pasado a la acción, pero la incógnita reside en si tendrá los suficientes recursos para afrontar todos los compromisos que le vienen por delante ya que deberá pagar 30 millones en junio.

El paso de la familia Martí Mingarro ha agudizado todavía más las precarias condiciones de vida del Mallorca. La expectación que generó su llegada fue casi tan grande como la decepción que ha supuesto su nula capacidad para sacarlo del atolladero. Más bien lo contrario. La denuncia de Alemany y del propio presidente Tomeu Vidal al consejero delegado Javier Martí Asensio perjudica, sobre todo, al Mallorca. La única buena noticia en las primeras horas del abogado al frente del club es que pudo pagar las mensualidades a todos los empleados de la entidad, jugadores del primer equipo incluidos. Es una victoria momentánea, porque el mes que viene volverá a presentarse el mismo problema.

El propietario del Mallorca tiene claro que no sería bueno para la entidad entrar en un concurso de acreedores, otra cosa es que pueda. Sus esfuerzos van encaminados a evitarlo y parece que está convencido de que lo cumplirá. No obstante, hay muchas más obligaciones que amenazan a la supervivencia de la entidad. En diciembre hay que pagar dos millones de euros a Hacienda, una cuestión insalvable salvo otro enésimo aplazamiento. Nada más empezar 2010 Alemany deberá abonar el cuarto pagaré por el fichaje de Aduriz y en junio el quinto. El Athletic espera ingresar 1.250.000 euros en cada pago, una piedra en el zapato del propio mandatario y que ha heredado de la época en la propiedad de Vicenç Grande. De hecho, los vascos no van a dejar pasar ni una debido a que no se lo pensaron dos veces a la hora de denunciar por impago al Mallorca ante la Liga de Fútbol Profesional.

Y es que la imagen del Mallorca está muy dañada. Tanto dentro como fuera de la isla. Se nota en la escasa afluencia de espectadres a los partidos, a pesar de que los pupilos de Manzano no han salido de los puestos europeos desde que se inició la competición. Sin ir más lejos, el propio entrenador clamó al cielo hace dos semanas cuando conoció que la concentración de pretemporada que se realizó en Kössen (Austria) todavía sigue sin abonarse. Son 35.000 euros, una cantidad que para el fútbol es ´calderilla´, pero que el club no ha podido pagar todavía. Y el técnico sabe lo que dice.

Sus jugadores descartaron denunciar al Mallorca cuando concluyó el pasado curso por no haber cobrado. Alemany consiguió, a excepción de David Navarro y Cléber, que los futbolistas aceptaran recibir el dinero en diez mensualidades hasta junio de 2010. Otro compromiso ineludible para el dueño ya que en caso de incumplirse podría desatar una rebelión en el vestuario. Ese mismo mes tendrá que pagar doce millones al fisco, una obligación que asusta a los rectores del Mallorca. El fantasma del descenso, como le sucedió a Oviedo, Logroñés o Burgos, planea. Pero quizá con la llegada del calor ya haya aparecido otro nuevo comprador que alivie, esta vez de verdad, sus arcas. No volver a equivocarse es otro reto para un Alemany que se siente fuerte para asumir un timón que no puede quedar bajo el agua.