Si no fuera todo tan lamentable, si no viviésemos los tiempos que vivimos, si no hubiese, todavía, sí, todavía, tanto amor hacia el Real Mallorca, sería para echarse a reír. O a llorar. Sería, en fin, una prueba más de lo poco que interesa en esta isla su club de fútbol.

Escribía el otro día Matías Vallés, cómo no, sobre el padre, el hijo y el espíritu santo. Y, miren por dónde, al final ha sido el espíritu santo quien ha regresado para intentar sacar el barco a flote. Claro que fue él, el espíritu santo, quien, tras pretender hacer un gran negocio, lanzó el primer torpedo sobre la línea de flotación del submarino rojo al vender a quien vendió.

Y como no hay nada como inspirarse en los colegas, de Vallés a Ricard Cabot, que escribía ayer: "...preguntado Alemany sobre si se había informado de a quién vendía el pasado agosto", remitió a que se viese "la trayectoria de la familia Martí Mingarro en Internet". ¡¡¡Joder, en Internet!!! Un argumento más (por mi parte, pues no me creo casi nada de lo que sale en la red) para no fiarme ya nunca más de ese servicio. Espero que para la próxima venta, Alemany, el abogado Alemany, rodeado de abogados tipo Buades o Vidal, se asesore mejor.

Sigo con colegas, y muy queridos. Escribía Alejandro Vidal que "no merece la pena gastar un solo mililitro de tinta ni perder tiempo con la propiedad saliente". Pues valdría la pena, Alejandro, valdría la pena pues ni aprendimos con el doctor, ni aprendimos con Grande, ni aprendimos de Davidson, ni de esta prestigiosa familia de abogados que tan lindos, puros y eficaces aparecen en Internet.

Contaba el grandote de Sebastià Adrover, otro colega, que el hijo, el de los videojuegos, el de la play que le compró papá, iba pregonando por las oficinas del Ono Estadi que "aquí mando yo". Curiosa versión la del muchachito caprichoso de lo que es "aquí".Tan curiosa que cuando un periodista isleño, casi siempre el mismo, fue a rendirle pleitesía a Madrid, el hijo del padre declaró "aquí nos han tratado muy mal". Aquí, chico, será en Madrid, que es donde estabas, donde sigues y de donde nunca debiste de salir.

Aquí, en Palma, caballero, le hemos tratado demasiado bien para cómo se ha comportado usted, su padre, sus abogados, su aureola en la red.

Suerte tiene el Mallorca, o lo que queda de él, de tener al frente del vestuario rojillo a un ser tan sensato, educado, culto, profesional y metódico como Gregorio Manzano. Y suerte tiene de tener unos jugadores como los que tienen. Las únicas palabras sensatas, la únicas, que se han pronunciado estos 95 días de vía crucis, han salido de sus bocas. Para que luego digamos que son unos tontos, unos incultos, unos aprovechados y no tienen corazón. Esperemos que el espíritu santo le pague cuanto antes. Se lo merecen.