El fútbol, como la vida misma, tiene momentos que realmente valen la pena. Que justifican pagar una entrada o estar delante de un sofá, por muy soporífero que parezca a priori el choque. Anoche Cléber Santana se sintió como si fuera el Picasso del balompié, porque lo que hizo fue una auténtica obra de arte. Ya no sólo es por el gol, sino por tener la ambición de fabricar un tanto que el mallorquinismo jamás olvidará. Uno de esas dianas que hoy darán la vuelta al mundo, no por su belleza, que se lo merecería, sino por el escenario en el que se atrevió a dibujarla.

Era el minuto 58. El Mallorca estaba disfrutaba con el balón ante un insulso Real Madrid. Pero el brasileño se recreó. Como si lo hubiera hecho toda su vida. Cogió la pelota en el centro del campo, con un regate seco dejó atrás a Van der Vaart. Siguió con velocidad hacia la portería adversaria salvando todos los obstáculos que se le ponían por delante. Incluso su compatriota Marcelo quedó en evidencia cuando intentó pararle los pies. El centrocampista levantó la cabeza y no dudó lo más mínimo en armar su pierna derecha para desafiar a Casillas. El considerado uno de los mejores porteros del mundo ni se enteró del disparon del jugador cedido por el Atlético de Madrid. Fue un obús desde fuera del área que incluso arrancó el aplauso de la afición merengue. Una maravilla que merece estar expuesta en el museo futbolístico de mayor lustre.

Era el tanto que adelantaba al Mallorca en el marcador, pero sobre todo era la diana que dejaba boquiabierto al fútbol español. Como no podía ser de otra manera para un jugador que lleva la samba en el cuerpo, celebró el tanto con un baile rodeado de sus compañeros. Todos le abrazaron como si tocaran a una especie de Dios futbolístico. El club quiere quedarse con el pivote, que ha declarado su amor por el Mallorca, pero con actuaciones como la de ayer es más difícil que el Atlético pique el anzuelo. Cléber ha hecho una buena temporada, pero lo de ayer son palabras mayores.