Empezó el desfile de protagonistas. El comienzo de la pretemporada recuerda en cierto modo a un "casting" de actores en el que, vistas o intuidas las cualidades de cada uno, un técnico en la materia, en este caso el entrenador, determina con quién se queda y quién no, antes de repartir los correspondientes roles.

Manzano tiene que empezar prácticamente de cero, lo que no es nuevo para él y mucho menos para el Mallorca, para quien la convulsión veraniega ya es tradición. De aquel dibujo con el que empezó y terminó la temporada pasada, poco queda, puesto que de la columna vertebral del sistema solamente queda el portero y no sabemos si para mucho tiempo. Pero sobre todo no está Ibagaza, en torno al que pivotaba el juego de todo el conjunto, ni tampoco Güiza, por lo que habrá que volver a la cruda realidad y ser conscientes de que es prácticamente imposible encontrar a un delantero capaz de marcar veintisiete goles en la liga española y en un equipo como éste.

Puede que en la plantilla haya jugadores mejores o peores que los mencionados y no vamos a prejuzgar a nadie de antemano. Lo que estamos diciendo es que, en principio y salvo sorpresas, hay que estar preparados para ver a un Mallorca distinto, necesariamente adaptado a la idiosincrasia de sus nuevos futbolistas.

Trabajo extra para Manzano y Hurtado porque no solamente tendrán que estudiar y aplicar las nuevas ideas, sino conjuntar de nuevo a un equipo que comenzará la liga con la mitad del bloque completamente nuevo, lo que equivale a construir no solamente el edificio, sino también su estructura y fundamentos.