El Mallorca tendrá que empezar a cambiar de discurso. Los errores arbitrales, en muchos casos perjudiciales para los intereses de los isleños, se volvieron ayer a favor. Mucho tendrán que agradecerle los hombres de Manzano al árbitro, el madrileño Velasco Carballo, que se tragó una claro derribo de Lux sobre el pimentonero Iñigo en el minuto 83. El error del colegiado fue mayúsculo porque, no sólo no pitó la pena máxima a favor del Murcia sino que, encima, el delantero fue amonestado con tarjeta amarilla. Su desespero fue comprensible. Además de cornudo, apaleado. El Mallorca empieza a recuperar el atraco de que fue objeto en el Bernabéu y se cumple así el dicho de que, a final de temporada, lo que te quitan te lo acaban dando.

Un punto que sabe a victoria. Tras el triunfo en Sevilla se las prometía muy felices el Mallorca ante un Murcia que a priori parecía una presa fácil. Pero ni de lejos. Los rojillos entraron al campo con una empanada mental de padre y muy señor mío. Enfrente, un rival que por lo único que se ha dejado ver en este primer tercio de campeonato es por exhibir una defensa rocosa, sin apenas fisuras. Atrás dejan muy pocos espacios, y eso el Mallorca lo pudo comprobar de inmediato. Un remate de cabeza de Güiza a la media hora fue todo lo que hizo el equipo de Manzano en unos primeros cuarenta y cinco minutos para olvidar. Aburrimiento, mucho aburrimiento. Y, como suele ocurrir en estos casos, los aficionados se dedican a emprenderla con quien no hace los deberes. Ayer fueron unos cuantos.

Arango el primero. El público no le perdona una. Es un grandísimo jugador, pero cuenta con un defecto: en el campo parece que pasa de todo. Su frialdad exaspera al más tranquilo de los aficionados. Ayer no fue su día, y el público la tomó con él. El sermón -bronca le han llamado algunos- de Manzano ha servido para muy poco.

Tuni es otro al que hay que apuntar en la lista de los que no salieron bien parados. Fue la gran sorpresa en la alineación de Manzano. Sancionado Varela, Jonás jugó por la derecha. Para la izquierda, el técnico mallorquinista tenía varias opciones. Desde Arango a Castro. Pero fue Tuni, que anduvo por el campo como un fantasma. Parece mentira que lleve la tira en este equipo. Parecía uno de esos fichajes de invierno que llegan y se visten de corto a las primeras de cambio sin conocer a sus compañeros. Alguien tendría que haberle dicho que su posición era la de extremo. Se le vio por todo menos por allí. Cómo deber estar Castro para que Manzano se decida antes por Tuni. Para ponerse a temblar. El uruguayo entró tras el descanso y a las primeras de cambio demostró que el titular debía haber sido él.

El Murcia se adelanta

Mientras, el Murcia se adelantó en el minuto 24 por medio de Iñigo, que aprovechó un despeje de Nunes que rebotó en un pimentonero, dejando el balón propicio para el remate del delantero. El gol no provocó la reacción del Mallorca, que remató por primera vez entre los tres palos a la media hora. Fue Güiza. Otro que tal. Padre hace sólo dos días, estaba más allí que aquí, y el equipo lo acusó.

Lo mejor que podía pasar era que finalizara el primer periodo a la espera de la enésima remontada en el segundo. Y sin hacer nada del otro mundo, el equipo puso un punto más de intensidad y ambición. Castro entró por el inoperante Tuni y poco después Webó por la peor versión de Arango. Pero antes, Lux evitó el 0-2 en un mano a mano con Iñigo que resolvió de forma magistral el guardameta argentino. El delantero del Murcia no olvidará fácilmente la tarde de ayer. El camerunés iba a resultar decisivo porque fue el autor del gol del empate al rematar de cabeza una falta botada por Ibagaza sólo seis minutos después de entrar en el terreno de juego. La tercera remontada de la temporada parecía al alcance de la mano. Quedaban minutos y el Murcia parecía ir de más a menos. Nada más lejos de la realidad. Sorprendentemente, los hombres de Lucas Alcaraz salieron de su caparazón y se dedicaron a incordiar el área de Lux sin que el Mallorca hiciera nada por evitarlo. Estaba más cerca el 1-2 que el 2-1, y si no llegó fue por Velasco Carballo, que optó por no complicarse la vida y mirar para otro lado en el claro penalti de Lux sobre Iñigo a siete minutos para el final.

Después llegarían varios sustos en cada área, y si el Mallorca no acabó llevándose el partido, árbitro al margen, fue por el guardameta Notario. El ex del Sevilla tuvo intervenciones de mucho mérito. Con el tiempo cumplido puso una mano a disparo de Webó que hubiera sido definitivo.

El Mallorca puede darse por satisfecho con este punto. Alcanza los veinte, y por muy mal que le vayan las cosas hasta el día 23 -último partido ante Osasuna-, el equipo disfrutará de las fiestas más apacibles de los últimos años. Se perdió ayer una buena oportunidad para dar el tan ansiado salto de calidad. Pero ya está bien así. El punto sabe a gloria. Y el equipo tiene a quién agradecérselo.