El Real Mallorca ha marcado un nuevo camino. Siempre se ha machacado a los dirigentes por su falta de proyecto a medio plazo y de cercenar las carreras profesionales de sus entrenadores por calibrar la inmediatez de los últimos resultados. En España ésta ha sido la tónica y si no se ha ejecutado con más asiduidad en estas anteriores temporadas ha sido porque las arcas de las sociedades anónimas deportivas están por debajo de los niveles de antaño. El club mallorquinista ha apostado con firmeza por Gregorio Manzano. No se ha llegado al ecuador de la Liga y se le ha ofrecido la renovación, por supuesto que aceptada. ¡Cómo se quieren! Pero está visto que el equipo no ha sabido festejar esta decisión. Ayer perdieron en Son Moix, aunque la novedad, y a la vista de la línea que se sigue en Palma, sería que se ganara. El jiennense ha aceptado que se está en crisis. Los agoreros -yo me incluyo- la avanzaron antes de Navidad. La realidad es que el descenso está a tiro de un solo punto.

Una religión. El presidente rojillo se ha referido en varias oportunidades a que el Real Mallorca es una religión, al menos por sufrimiento. En las últimas campañas se vive en el purgatorio. ¿Qué culpas se estarán expiando? ¿Será Manzano el capellán adecuado para sacar al equipo de esta penumbra o limbo?

Las llegadas tardías. La plantilla del Barcelona fue la que dispuso de más vacaciones navideñas. Y ni por ésas todos los jugadores se incorporaron el día fijado y establecido por Frank Rijkaard. Mientras Air Madrid deja colgados en Barajas a viajeros que llevaban más de cinco años sin regresar a sus casas de origen por trabajar en España y no poder reunir dinero para el desplazamiento en Navidades, Ronaldinho y Deco incluso sobrepasan su permiso. Y encima hay personal que les defiende y asume que son humanos. En realidad, son unos privilegiados y se aprovechan.

Mal inicio. Estar en la cresta, obliga. Y Nadal no ha podido cumplir con las expectativas en el torneo de Chennai (India). El manacorí perdió en las semifinales ante el belga Malisse a poco más de una semana del comienzo del Abierto de Australia, el primer Grand Slam de la temporada. Y para más inri Carlos Moyá también cayó en el penúltimo partido ante el austriaco Koubek y no pudo estar por cuarto año consecutivo en la final. Se perdió una gran ocasión de que se dirimiera una cita del circuito ATP entre dos isleños. Difícilmente se tendrá una oportunidad de este calibre. ¿Habrá compensación en breve? ¿Será un acicate para ambos deportistas? Para el tercer mallorquín, Tomeu Salvà, es posiblemente su último año para entrar en la elite. Sería un lujo para el deporte balear.

Huérfanos de felicitaciones. El Ícaró Alaró se proclamó ayer campeón de la Copa FEV de voleibol femenino. No deja de ser de la segunda categoría estatal, pero pocos políticos y responsables deportivos se acordaron del éxito. No estaría de más que alguno reaccionara.