Una quincena de espectáculos aterrizan en Palma estos días. Una ciudad en movimiento acompasado, más allá de su condición de recipiente de turistas. Cultura de espacio abierto, plaza y calle, y en los teatros también. Tres semanas de danza contemporánea, en rebelión estética, espectáculos atrevidos, rompedores, reivindicando y reivindicándose; el género escénico menos transitado, quizá el más difícil de interpretar, pero que poco a poco se abre paso.
Tras el aperitivo infantil de Mira Miró, el Palmadansa despegó el sábado con malabares y acrobacias, hula hoops, sentimiento, comunión y algo de humor. Joc, de Atempo Circ, abrió la caja en el Xesc Forteza, y gustó a un público familiar. Luego llegó uno de los platos fuertes: Mal Pelo (Premio Nacional de Danza en 2009), con un Pep Ramis en estado de gracia que llenó la platea y algo más del Teatro Principal de Palma, y que entusiasmó con The mountain, the truth and the Paradise. Un hombre, solo, contra los elementos y contra sí mismo; un individuo frágil que canta, sufre, recita, corre, flota, se arrastra, se mancha, pinta y se pinta y se transforma, constantemente, entre textos hermosos del gran Erri de Luca. Una pieza delicada, y al mismo tiempo con una fuerza descomunal, para atrapar, seducir, emocionar. Pura poesía, en movimiento, por supuesto.
El domingo volvimos al Forteza para apreciar un montaje de riesgo, punky, fuera de cánones y de lecturas lógicas si me apuran: Somnics àrtics, de Simon Malone. Efectivamente, un sueño, en el que entras o no entras, casi lisérgico, de narrativa abstracta, difícil, hecho desde las entrañas. Una experiencia que merecía un hueco en una programación ecléctica que también debe tener la función de educar al espectador. Queda mucha edición por delante y la cosa promete, mucho. Lo iremos contando.
Palmadansa (I)
Teatros y espacios abiertos de Palma
(Hasta el 10 de mayo)
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