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Crítica de teatro

Humor 'fou'

Arranca la temporada de primavera del Teatre del Mar, tras un invierno donde valores seguros como Toni Albà, Sergi López, Titzina, Mont Plans o Alberto San Juan agotaran las entradas y convencieron al espectador. Y para empezar, una comedia sin complejos, delirante, sin más pretensiones que hacer reír, pero catártica en cierto sentido. Marcel Tomàs nunca falla. Tiene alma de clown, una cara que parece diseñada para la broma y recursos de sobra para seducir a un público amplio, heterogéneo. El comediant es humor loco, ágil, fácilmente digerible, ingenioso, blanco pero no blando, efectivo. Y también es una suerte de homenaje, a través de gags ligeramente enlazados, al propio oficio de cómico, tal vez el más difícil de las artes escénicas, quizás el más duro. Juega Tomàs con los objetos y de pronto canta y se encarama a la platea y baila e interactúa con el público; y lo hace tirando de carisma, divirtiendo y divirtiéndose.

Y en los próximos meses llegarán propuestas estimulantes al espacio escénico del Molinar. Producciones propias que ya han pasado con nota el escrutinio del público, como Capaltard -de Neus Nadal, con dirección de Xavi Núñez y con Aina Cortès, Jordi Cumellas, Pere Mas y la propia Nadal- o Las dos en punto, con Lucía Sánchez y Lluki Portas; una versión actual de La celestina, de Barcelona Teatre Practicable, o Barbes de balena, una producción de El Maldà. Ellas como protagonistas, argumento, vehículo y sujeto, para dar contenido al teatro que más y mejor arriesga de la isla.

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