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Crítica de música

Desde Rusia con amor (a medias)

Premisa: para interpretar la parte solista del Concierto para violín número 1 de Prokofiev el violinista tiene que tener un gran nivel, ya que se trata de una partitura muy difícil, llena de virtuosismo y que no deja ni un compás de respiro al intérprete. O se tienen nivel o no se llega a buen puerto.

Dicho esto, no hay duda que Daniel Röhn (que substituyó al inicialmente previsto Frank Peter Zimmermann) puede tocar esa difícil obra. Tiene técnica suficiente y la conoce bien. Pero la versión que ofreció el pasado jueves pecó de frialdad. Sonó un tanto (o un mucho) fría, sin pasión. Le faltó lirismo en los temas delicados (que son muchos) y fuerza vital en los clímax. ¿Resolvió bien? Claro que sí, pero no con nota.

La orquesta, dirigida por Pablo Mielgo, tampoco estuvo del todo brillante en el acompañamiento. Le faltó esa fuerza a la que nos tiene acostumbrados.

Donde sí estuvo del todo acertado Daniel Röhn fue en la interpretación de los dos bises (sí, dos): extraídos de la Partita número 3 de Johann Sebastian Bach. Emoción, pasión, musicalidad en definitiva. Deliciosos.

En la segunda parte, Mielgo y sus maestros sí demostraron que pueden crear sinergias. Su lectura de la Sinfonía número 5 de Shostakovich resultó enérgica y pasional. Mereció la pena.

OSB

Auditòrium de Palma

***½

Orquestra Simfònica de Balears

Daniel Röhn violín

Pablo Mielgo director

Obras de Prokofiev y Shostakovich.

Jueves 15 de marzo de 2018

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