La media naranja, los celos son amor, la pasión eterna, los polos opuestos se atraen, el amor verdadero lo perdona y aguanta todo... Estos son algunos de los mitos del amor romántico que se construyen en torno a las relaciones y junto con la cultura imperante normalizan la violencia de género. Así lo expone Miguel Lorente, médico forense y profesor de la Universidad de Granada, con un amplio currículo que traspasa las aulas.

Lorente, que fue delegado del Gobierno para la violencia de género adscrito al Ministerio de Igualdad, ofreció ayer en en centro cultural de la Obra Social Sa Nostra la ponencia Me remito al mito: normalidad y violencia de género, acto que se enmarca en la campaña promovida por el Consell de Mallorca Amar no es controlar. Se trata de una serie de actividades sobre la prevención de la violencia machista para sensibilizar a la ciudadanía y fomentar unas relaciones afectivas basadas en el respeto y la igualdad.

Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en 2016 se produjeron 600.000 casos de violencia de género en España, de los cuales 142.800 acabaron en denuncias, y 31.200 en condenas, lo que representa un reducido 5%. Según este experto, "las cifras se deben a que la violencia se ha normalizado. La única cultura que tenemos es el machismo, que se ha ido perpetuando como una construcción de poder y ha generado unas pautas de convivencia que derivan en desigualdad y abusos".

Mediante numerosos ejemplos basados en conductas educativas, el lenguaje usado en los medios, las sentencias condenatorias y multitud de estereotipos y mitos, Lorente afirma que "la identidad y la cultura influyen en la violencia de género". La violencia de género no depende sólo de la educación, sino también del contexto social, construido sobre las referencias culturales. "Para cambiar la cultura hay que cambiar las personas, pero estas deben cambir la cultura a la vez. Es una dinámica difícil", remarca.

Según datos de la Comisión de la Unión Europea que estudia la violencia doméstica, un 44,60% de las mujeres no denuncian por afirmaciones como "no era suficientemente grave" o "por miedo". "Los estereotipos -como el algo habré hecho- evitan el conflicto público, hacen que este problema quede en la intimidad. En cuanto a los mitos resuelven el conflicto, por ejemplo el de las denuncias falsas", relata Lorente. Las denuncias falsas son mínimas, un 0,0075% según un reciente estudio de la fiscalía.

Aunque aumentan los movimientos feministas y la reacción social está cambiando patrones, se ha dado un importante aumento de casos en los últimos años, de 400.000 en 2006 a 600.000 en 2016, que en palabras de Lorente "se ha incrementado en las edades jóvenes y no se ha evitado, no hay neutralidad". Este experto concluye "quien va a cambiar esto no va ser ningún gobierno, ni ninguna ley, sino la sociedad".