Alberto Blanco y Rubén Chacón han transformado las óperas de Wagner en versos y en ilustraciones en El caballero del cisne, un libro en el que se funden la poesía y el arte visual. Blanco es ingeniero aeronáutico y profesor y este es su segundo libro de poemas, después de publicar su primera obra, Esa piel incorrecta (2014). Sobre este nuevo proyecto, explica que nace de un amor profundo hacia la música de Wagner: "Me gusta mucho Wagner y no sabía qué hacer con la emoción tan intensa que sentía por sus óperas, así que pensé que toda esa emoción se podría verter en la poesía. Aunque me parecía complicado al principio, luego vi que iba saliendo y me animé".

En el poemario hay un poema para cada ópera de Wagner (inspiradas en mitos germánicos), excepto para El anillo del nibelungo, a la que el autor ha dedicado nueve poemas. Según Blanco, esta es la obra más representativa del compositor que, además, se presta a la poesía y a la narrativa ya que, cuenta, es la que inspiró a John R.R. Tolkien para escribir El Señor de los Anillos. "Es una ópera cercana y atractiva para conectar con un público amplio. Mi idea es que el libro pueda ser leído tanto por lectores de poesía como por aquellas personas que no lo son".

El hecho de que sean monólogos les da un punto más dramático a las poesías y permite que puedan llegar a ser recitadas, comenta Blanco.

El último poema, que da título al libro, es el único que no es un monólogo, sino un homenaje a un personaje real, al rey Luis II de Baviera, mecenas de Wagner. "Le gustaban tanto sus óperas que quería ser uno de sus personajes, concretamente Lohengrin, el caballero del cisne". Pero el autor considera que los versos están "dedicados a todas esas personas entusiasmadas con el compositor". El ilustrador Rubén Chacón se encargó de la parte visual que, según Blanco, hace el libro más atractivo y más visible. "Sus ilustraciones tienen mucha calidad", afirma. Esta propuesta viene por la intención de fundir el arte: "Wagner pensaba que el arte del futuro sería un arte total que fundiría música con drama, con escenografía, con danza. Yo también pretendía que esto fuera un libro en el que se fundieran la poesía, la música y el arte visual", concluye Blanco.