La película está, fuera de duda, concebida para el lucimiento de Toni Servillo ( La gran belleza). Éste no tiene que esforzarse mucho para demostrar que tiene tablas para drama (la película antes citada), comedia pura (esta) o parodia ( Il divo). Y posee además un cierto, subliminal, peculiar carisma, como el galo Philippe Noiret o el difunto James Gandolfini. Actores versátiles, con físicos muy corrientes y miradas que desarman y subyugan.
Servillo es un argumento, él solo, para ver la película. El otro argumento, el guión de ¡Déjate llevar! mezcla personajes y situaciones interesantes, acertados, con otros ramplones, prescindibles o de brocha gorda. La primera parte tira más a la comedia romántica adulta. El personaje de Servillo es un psicoterapeuta que se ha separado de su mujer sin perder la amistad. Han dividido el piso y ella, por compasión, le hace de ama de casa. Tras un preocupante chequeo médico el hombre contrata a una entrenadora personal (Echegui), una polvorilla parlanchina con debilidad por los hombres canallas. El filme añade tramas secundarias innecesarias (la religión judía del protagonista), mezcla psicoanálisis analítico y aplicado, abusa de improbabilidades (¿un exitoso jugador de fútbol acudiendo a psicoterapia lacaniana?) y recurre al petete habitual de gags relacionados con loqueros, celos, vestimentas desubicadas o piromanías leves. En cambio la trama más disparatada, la del quinqui que aprovecha un permiso penitenciario, provoca sonoras carcajadas al final. Realización correcta (léase nifunifa); banda sonora rutinaria con blandos temas pop anglosajones y, sorpresa, la alegre Carmensita del mil leches Devendra Banhart. Comedia suficientemente divertida si no se va con muchas expectativas.
¡Dejate llevar!
Cines: Augusta
***
Nacionalidad: Italia, 107 min.
Director: Francesco Amato
Actores: Toni Servillo, Veronica Echegui, Valentina Carnelutti, Luca Marinelli
