Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Ha hecho realidad el sueño americano?"

He cumplido mi sueño, llegar a tocar en una de las mejores orquestas del mundo. La New York Philharmonic Orchestra lo es.

¿Es la primera, la segunda, la tercera?

En la élite no existe la misma rivalidad que en el fútbol. Había a quien le gustaban más los Beatles que los Rolling Stones, pero ambos eran buenísimos.

¿La Simfònica de Balears se le quedó pequeña?

Hombre, sí. Gané la oposición para entrar en la Simfònica con 18 años. No me lo esperaba, y lo primero que pensé fue "ostras, si a esta edad he llegado hasta aquí, en cinco o seis años puedo estar en otro sitio mejor". Quería alcanzar lo máximo, no quedarme acomodado en un trabajo a diez minutos de casa. Mi ansia de superación venció a la dureza de estar lejos de la familia.

¿Triunfar en Nueva York es tan duro como dicen?

Es complicado, porque todo el mundo pasa por Nueva York y quiere trabajar aquí. Hay una dura competencia y cuesta ganarse un puesto. Ahora tengo un status, me conocen y doy clases con muchos alumnos.

Supongamos que se le ocurre volver a Mallorca.

En este momento no lo haría. Aquí el nivel es alto y me ha costado mucho llegar. Me gustaría ir a Mallorca a dar un concierto, como hice en Navidad al tocar de solista con la Simfònica.

¿El segundo clarinetista quiere asesinar al primer clarinetista?

A veces puede ocurrir, pero cada persona tiene su función en una sinfónica. Es como en el fútbol, todos los jugadores son importantes. El titular es el delantero pero, si un jugador falla, se hunde el equipo. No hay rivalidad entre compañeros.

¿Le llaman "el mallorquín" o "el español"?

Pues las dos cosas. Más a menudo "el español", pero todos mis amigos saben que soy de Mallorca, que es conocida en todo el mundo a diferencia de otros lugares de España. En cuanto nombro la isla, me dicen "ah, Mallorca, como Rafa Nadal".

¿Sus tres hijos son norteamericanos?

Sí, tengo tres hijos nacidos en Nueva York. Solo les hablo en mallorquín, que dominan igual que yo como demuestran cuando vamos a Palma. Mi esposa es madrileña y solo les habla en castellano. Y por supuesto, estudian en inglés.

¿Cuál es el Stradivarius del clarinete?

Hay unas cuantas marcas, pero los mejores para mí son los Buffet Crampon. La casa se fundó en París en 1836. Están bien hechos y tienen tradición.

Llegó a Nueva York en vísperas del 11S.

Tras superar la prueba en diciembre de 2000, me incorporé a la orquesta en mayo de 2001. En nuestro primer concierto días después de los atentados, tocamos el Réquiem de Brahms. Fue muy fuerte, la mayor parte de la orquesta se pasó el concierto llorando.

¿Nueva York se ha recuperado del 11S?

Ahora ya sí, pero costó bastante. Se ha recuperado y reconstruido la zona, lo cual ha ayudado.

¿Woody Allen sabe tocar?

Jajaja. Hace lo que puede. Es un clarinetista amateur, nunca ha tocado a nivel profesional. Y practica el jazz, un estilo distinto a lo que yo hago.

¿Le molesta que Woody Allen llene teatros?

Me parece perfecto, aunque imagino que van por el personaje. Nunca he ido a verlo, pero toca en un club de jazz cuando está en Nueva York. Cada vez menos, ya tiene más de ochenta años.

¿El movimiento contra el acoso sexual ha llegado a las orquestas norteamericanas?

Ha llegado. De hecho, esta semana teníamos que trabajar con un director muy famoso, el francés Charles Dutoit. Cuatro mujeres lo han denunciado por abusos sexuales, y le hemos obligado a que no venga. Le han roto el contrato y se ha dado la oportunidad a un director joven. También ha sido denunciado James Levine, director de la Metropolitan Opera.

¿Ha vivido usted ejemplos de abusos en su carrera?

No, pero sabemos que pasan. Todos conocían el historial de Dutoit, pero son asuntos que se remontan a cuarenta o cincuenta años atrás, y que por fin se han destapado. Ya era hora y ya está bien.

La película 'Whiplash' asocia el triunfo en la música al sadismo del profesor.

Cada vez menos, pero la música funcionaba antiguamente así. Los profesores eran un poco brutos., Cuando yo estudié, te decían cosas que hoy les podrían suponer una denuncia. Ahora hay menos dictadores.

Ese momento en que la música se convierte en un trabajo.

No debería ocurrir. Al tocar no pienso en lo que gano ni en que me tengan que pagar, solo en disfrutar y en transmitir. Pero admito que no lo hago por amor al arte, y que puedo dar cosas a mi familia porque trabajo.