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Entrevista

"Dar voz a Catalina Homar era crear el reverso del Arxiduc Lluís Salvador"

"El reto de hacer hablar a la mujer callada siempre ha estado presente hasta que explotó y escribí el monólogo" "La obra es una crónica social, una teoría sobre la pasión, el amor y el deseo" "Vivía su ambición sin espejos, sin ecos. Simplemente disfrutaba de la vida"

El poeta y escritor José Carlos Llop, en la biblioteca Lluís Alemany. manu mielniezuk

¿Cómo surgió la idea de dar voz a Catalina Homar?

Llevo muchos años escribiendo sobre el mundo del Arxiduc, más de 40. Siempre he escrito sobre él, sobre la tribu que lo rodeaba, sobre el barco o sobre los viajes pero nunca había escrito sobre una mujer que apenas habló, que es Catalina Homar. El reto de darle voz a la mujer callada siempre estaba allí. Como veraneo en el mismo paisaje donde ella pasó gran parte de su vida, la cosa fue incubándose hasta que en el verano del 16 explotó.

¿Cómo ha sido este proceso de darle voz?

Hay que tener en cuenta que la riqueza de matices, respecto al análisis de su propia vida, en una mujer es más complejo. Entonces, por una parte, se daba la meditación de ella sobre su propia vida y, por otra, la visión del Arxiduc, una mirada que se salía de las visiones ortodoxas ya que ella había sido su amante y, por lo tanto, lo contemplaba con muy distintas lentes. No es lo mismo conocer un hombre de cerca, que conocerlo muy de cerca. Ahí estaba la potencia de la verdad de Catalina Homar hablando del Arxiduc. Este era el doble reto y lo que llevó a que escribiera este monólogo.

Es un personaje sobre el que no abunda la documentación. La única fuente escrita donde se retrata a Catalina Homar es el libro que escribió el Arxiduc.

No he necesitado ningún tipo de documentación porque el mundo del Arxiduc lo conozco bien desde antes de los 20 años y en el tiempo he ido profundizando. Había leído el libro que había escrito Lluís Salvador sobre ella. Es un libro escapista, un libro donde el Arxiduc hace un retrato de Catalina Homar muy idealizado a través del paisaje y las labores agrícolas de este paisaje para luego hacer una especie de canto autocompasivo por el dolor que siente ante la pérdida de su antigua amada. Me pareció un libro hipócrita. No te explicaba quién y qué había sido Catalina Homar y servía de pretexto al Arxiduc para quedar bien después de haberla abandonado durante casi 10 años. Pensé que hacerla hablar a ella era una forma de crear el reverso o el negativo de todo esto y hablando ella, iba a ser un personaje más carnal, más visceral y menos intelectualizado que el del Arxiduc al retratarla.

Catalina Homar fue mucho más que la amante del Arxiduc. ¿Quién fue?

Fue una mujer inteligente que vio en el Arxiduc Lluís Salvador una puerta de salida del medio que el destino había elegido para ella, es decir, una vida modesta y trabajadora sin ningún tipo de posibilidades de satisfacer sus ambiciones. El Arxiduc era una puerta de salida y el medio para llevar otra vida. Fue una mujer que soñó con otra vida distinta y la llevó a cabo a través del austríaco. Fue una mujer que viajaba cuando apenas nadie viajaba, era sa madona de S'Estaca, pero en el fondo vivía como la señora de S'Estaca. Mandaba, coordinaba a los hombres de la finca, cosa que no era nada común, hacía de su capa un sayo. Fue saliéndose con la suya en los caprichos o en las situaciones que la vida le planteaba. De hecho, se enamoró del capitán del Nixe cuando era un riesgo, teniendo en cuenta la relación tan despótica que tenía el Arxiduc con los suyos. La única condena que cumplió fue que pasó de ella y la dejó en S'Estaca. Pero ella siguió viviendo allí, trabajando allí y teniendo su pequeño reino en S'Estaca.

¿Su monólogo hace justicia a Catalina Homar?

No lo he escrito para hacer justicia. He intentado que la voz de quien apenas habló nunca quedara reflejada en el texto pero sin ambiciones de juzgarla. Más que un juicio, es un retrato y en los retratos caben muchas cosas.

¿Qué le aportó al Arxiduc?

Mucho. Le aportó la risa, cierta alegría de vivir, una complicidad sexual, mantener en orden un fragmento de tierra que el aristócrata amaba, sus cuidados y la lealtad, saber que aquello que había dejado en sus manos estaría bien cuidado. La complicidad sentimental es muy importante en la vida. Lluís Salvador era extranjero y fue educado como un príncipe, por lo tanto, alejado de las personas sentimentalmente y Catalina Homar le proporcionó un vitalismo inédito, inédito por diferente. El Arxiduc también era vitalista y se encontraron dos formas de vitalismo. Él quería escapar de sí mismo y ella encontrar su verdadera esencia. Ambos lo consiguieron.

¿La obra da un tirón de orejas a ciertas actitudes de una sociedad que se queda con lo que se dice y no va más allá?

La obra es una crónica social, es una teoría sobre la pasión, el deseo y el amor. Es una teoría sobre los relatos. Tiene una cosa más, que es la relación entre las mujeres.

¿Por qué el nombre de Catalina Homar fue tabú?

Por una cuestión de costumbres sociales. Mallorca en el siglo XIX, incluso en gran parte del XX, estaba dominada por un pensamiento eclesiástico muy reaccionario y poco misericordioso. Ese pensamiento impregnó a la sociedad y estableció unos códigos de moral social. Quien se los saltaba, a no ser que fuera poderoso, recibía. Catalina Homar se los saltó y recibió a través de la maledicencia, el tabú y la ocultación. Ella tenía una ambición económica y social, quería llevar una vida distinta. Tenía esta ambición pero no necesitaba de los demás para vivirla. Vivía su ambición sin espejos, sin ecos. Simplemente disfrutaba de la vida que, juntamente con el destino, había labrado. Normalmente un cambio de estatus social implicaba cierta proyección en la sociedad. Catalina Homar no buscaba esto. Simplemente necesitaba tener una vida satisfecha consigo misma y que lo suyos vivieran mejor. Logró las dos cosas.

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