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Entrevista

Albert Pinya: "Nunca he esperado nada de nadie, me es indiferente si soy o no querido"

"Mi trabajo se encuentra en pleno proceso de mutación y expansión", reconoce el pintor palmesano

Albert Pinya, "artista difícil de clasificar", según su propia definición. josé taltavull

P Su última exposición personal en Palma se remonta a 2010 en la Galería Ferran Cano. ¿Por qué tanto tiempo sin mostrar obra en su ciudad?

R Para mí es fundamental expandir mi trabajo fuera del territorio local. No es que quiera hacer menos a Mallorca pero creo que en la isla siempre estoy a tiempo de mostrar mi trabajo. Intento canalizar toda la energía para proyectarme en el exterior. Evito quemarme en Mallorca, un territorio pequeño y limitado. En cierta ocasión un galerista me propuso empezar a trabajar con él y me pidió montar una exposición individual cada año en Mallorca. Aquello me pareció una aberración y rompí todo tipo de relación con esa persona.

P ¿Sigue en contacto con Ferran Cano, uno de sus padrinos?

R Ferran Cano es, sin ninguna duda, el que me abrió las puertas dentro del circuito oficial del territorio nacional. Estoy en contacto con él pero no todo lo que me gustaría. Que no tenga contacto con él no significa que no lo tenga presente en todo momento. Se le echa mucho de menos porque tenía esa particularidad que le hacía prácticamente como más artista que sus propios artistas.

P ¿Usted se siente querido en su tierra?

R Con Mallorca siempre he tenido una especie de relación de amor/odio. Siento repulsión y rechazo y a la vez no puedo vivir sin todas las connotaciones que me aporta. Nunca me siento lo suficientemente querido pero creo que eso forma parte de lo que es mi actitud. Al fin y al cabo soy una persona insaciable y por lo tanto uno siempre busca más y más y más. Nunca he esperado nada de nadie, me es indiferente si soy o no querido.

P Entre 2010 y 2018 su pintura ha viajado por países como Italia y Alemania, y ha sido distinguida con importantes galardones como el Premio AECA a la mejor obra de un artista español en activo en ARCO 2014 o la Medalla de Honor Premio BMW 2016. ¿Tanto reconocimiento puede conducir a la domesticación?

R No solo los premios, también el mercado puede hacer mucho daño. Eso tiene que formar parte de la actitud vital de la propia persona. Siempre me gusta procurar salir de esa zona de confort y una de las ideas que vengo trabajando en los últimos años y en la que hago hincapié en esta exposición de Pelaires es la de ser incómodo con uno mismo, es decir, no conformarse con las fórmulas que ya conoces. Para mí es muy importante el ejercicio de intentar siempre explorar y buscar el territorio de lo desconocido. Lo que me sucede ahora es que he cambiado totalmente la metodología de mi trabajo y el proceso de elaboración de mi pintura.

P ¿Por qué?

R Porque llegó un momento en que para mí era muy importante ser imprevisible y autosorprenderme. Concibo mi estudio como un laboratorio y por lo tanto es un lugar dispuesto a la experimentación. Si algo me gusta de mi profesión es que realmente no tiene límites, los límites te los pones tu mismo. Mi actitud me decía que tenía que emprender nuevas direcciones de trabajo, no podía estar siempre relamiendo lo mismo. Eso nos lleva al título de la exposición, Panta Rei. Hacia un nuevo paradigma, concepto de Heráclito que defiende que todo fluye y cambia constantemente.

P ¿Qué prima en su renovado lenguaje?

R Hay dos ensayos que me han ayudado a estructurar este nuevo rumbo, a marcar las pautas: Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma, de Agustín Fernández Mallo; y el de Jaume Munar, El futuro: Poesía de la inexperiencia. Antes yo trabajaba desde la experiencia y al empezar a hacerlo con la idea de la percepción del presente hace que tenga un pie puesto en el presente pero sin dejar de mirar el futuro, porque la percepción hace que te cuestiones constantemente nuevas preguntas y que busques nuevas dimensiones. Esto ha sido muy importante para romper con esa carga de esa pintura tan narrativa y descriptiva que he estado trabajando anteriormente.

P ¿El nuevo Pinya dejará de ser ‘enfant terrible’?

R Este es el nuevo Pinya: el imprevisible, quien trabaja en la ultratumba, desde la oscura luz de las ideas. Recuerdo una entrevista a Rodo Gener en la que hablaba de que uno de los miedos, del actor, es que le encasillen y le etiqueten. Estoy totalmente de acuerdo. Actualmente, mi trabajo se encuentra en pleno proceso de mutación y expansión. Me gusta el concepto de “artista difícil de clasificar” y me gusta que no sepan a qué juego. Podría ser como una especie de hijo bastardo de la presente Pintura. Un satélite dentro de mi generación. A diferencia de otros artistas que hablan a partir de proyectos, yo hablo de cómo me enfrento a la vida a través de mi pintura.

P ¿Qué le proporciona la música de Joan Miquel Oliver, cuya música estará presente en Pelaires?

R Su música jugará un papel importante en la exposición porque recurrimos a una fórmula diferente a la que hemos estado trabajando hasta ahora, con las portadas de sus dos últimos discos. En este caso Joan Miquel Oliver interpretará la imagen para llegar a una música. Tanto él como yo siempre hemos pensado que hablamos el mismo lenguaje. Su música siempre me ha inspirado mucho, por la sinceridad de su trabajo y sus conexiones con lo cósmico y sideral.

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