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Crítica de arte

El impacto de la insinuación

Intransiciones - Fernando Sánchez Castillo

El impacto de la insinuación

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Casal Solleric (Planta noble). Paseo del Borne, 27. Palma. Martes a sábado 11 - 14 h. / 15:30 - 20.30 h. Domingos y festivos de 11 - 14.30 h. Lunes cerrado. Hasta el 6 de enero de 2018.

Luces apagadas. Oscuridad sólo interrumpida por el destello intermitente de sombras rojas y verdes. Sirenas que vaticinan la tragedia. Así comienza la exposición Intransiciones de Fernando Sánchez Castillo en el Casal Solleric.

El año1968 fue un año trascendente donde los haya. Francia, Finlandia, Checoslovaquia, Estados Unidos o España: países todos ellos atravesados por el impulso social revolucionario. Y México. El deseo de implantar nuevos valores en la sociedad llevó a determinados grupos de estos países, liderados en muchas ocasiones por movimientos estudiantiles, a posicionarse contra las arcaicas y convencionales normas de una sociedad que percibían como encorsetada. Esta nueva generación de jóvenes nacidos del baby boom de después de la Segunda Guerra mundial desarrolló, gracias a una formación muy superior a la de sus padres, la capacidad crítica necesaria como para cuestionarse el sistema heredado de sus mayores y reivindicar un cambio generacional. Sin embargo, la consecuencia de esta insubordinación fue la severa mano de unos gobernantes que hicieron notar su fuerza sobre los sublevados, dejando patente la indecente desigualdad de la disputa.

El espectador es invitado, en esta muestra, a ahondar en los terribles sucesos que ocurrieron en México en 1968 como resultado de los movimientos estudiantiles que acabaron con la masacre de ese mismo año en la Plaza de las Tres Culturas, y en los disturbios estudiantiles de la España de los setenta. Algunas de las trágicas reacciones al sesentayochismo son mostradas a partir de la mirada personal de Sánchez Castillo, quien apuesta por un proyecto envolvente que apela a las emociones del espectador, sin descuidar al mismo tiempo un interesante trabajo documental que enriquece y fundamenta conceptualmente la muestra.

La teatralidad de la exposición hace que casi sea más apropiado hablar de escenografía de la misma que de museografía, pues ésta consigue preparar emocionalmente al visitante que, desde que es engullido por la tensa atmósfera del espacio, se ve obligado a adoptar una actitud de alerta, de desasosiego, de intranquilidad. Los planos cortos y perspectivas insólitas de una inquietante vídeo-instalación al principio de la muestra acentúan esta turbadora sensación. La magnitud del desastre es evocada por la luz de unas bengalas cuya sombra se proyecta repetidamente en los interiores de las salas de un estremecedor edificio vacío. El mérito de este vídeo radica en la capacidad para sugerir significados y construir una narración a partir de la evocación de determinados elementos asociados íntimamente a las fuerzas antidisturbios: la mera insinuación de la tragedia provoca un efecto mucho más aterrador que una imagen literal de los hechos.

La muestra se completa con un conjunto de obras, la mayoría de ellas instalaciones compuestas por un solo elemento, que constituyen diferentes fragmentos de la historia. Sobresale una estatua casi monumental en la que se representa a uno de los jóvenes represaliados de cara a la pared y con los pantalones bajados, reproduciendo la humillación a la que fueron sometidos los estudiantes detenidos por las fuerzas represivas. En cuanto a la técnica, destaca la voluntad del artista por conectar la producción contemporánea con técnicas artesanales mexicanas en la ejecución de varias de las alfombras que integran la muestra.

En general, Intransiciones es una de esas exposiciones con el suficiente impacto como para hacer que el espectador, al salir de la sala, sienta que algo se ha removido en su interior. Para acabar, permítanme que hoy, aunque la temática de la crítica no sea especialmente festiva ni alegre, me despida deseándoles de todas formas una feliz Navidad.

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