Aviso, esta película va dirigida a espectadores capaces de apreciar The square o la anterior de este director, Langosta. Cine de autor sin complejos. Películas excelentes (lo atestiguan los premios y el balance de criticas positivas recibidas). Y al mismo tiempo muy, muy, muy raras. Provocadoras, transgresoras, profundas. Meten no un bisturí sino un cuchillo de cocina entero en carencias o contradicciones, latentes y patentes de la sociedad actual.
Este filme reflexiona sobre la justicia. El sistema presente es, como la democracia, el más razonable para la sociedad. Puentearlo o esquivarlo se considera asocial, primitivo. ¿Es imperativo aceptar desenlaces moralmente, dudosamente justos? ¿Existen tangentes? Lanthimos, con su guionista Efthymis Filippou, resucitan el mito griego de Ifigenia (variante de Talión) sumándole un toque sobrenatural inspirado en, o que recuerda a, El ángel exterminador. Los protagonistas son un cirujano cardiólogo, su mujer e hijos y el vástago de un paciente fallecido por una supuesta negligencia del primero. Durante media hora larga no ocurre nada, diálogos y situaciones anodinas. Sólo la música, grave, impenitente, y la fotografía (grandes angulares o planos cortos con casi imperceptibles acercamientos de cámara) crean una tensión imperceptible en el espectador. El giro argumental que dispara la historia es inesperado. A partir de ahí el tema y el desarrollo incomodan y fascinan al mismo tiempo. En el reparto Barry Keoghan (Dunkerque) se merienda a Colin Farrell y Nicole Kidman, sin rebajar la actuación de estos. Drama duro, extraño, refinado, sin concesiones. Lanthimos alcanza a grandes de su particular liga como Haneke o Polanski, y se va acercando, sin perder la cabeza ni su identidad, a Kubrick o Buñuel.
El sacrificio de un ciervo sagrado
****½
Nacionalidad: Reino Unido, Irlanda, EEUU, 121 min.
Director: Yorgos Lanthimos
Actores: Colin Farrel, Nicole Kidman, Barry Keoghan, Raffey Cassidy
Cines: Augusta
