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Crítica de cine

Mentira y sensibilidad

Me ha ocurrido con este filme lo mismo que el año pasado con Sunset song, de Terence Davies. Una novela clásica de finales del XIX se descrema (edulcorar o capar son metáforas menos exactas) sin aparente motivo al adaptarla al cine.

Esta película traslada un drama de Guy de Maupassant, Un vie (Una vida). El argumento narra las penurias de la hija (Chemla) de un terrateniente francés (Darrousin). La casan con un noble venido a menos (Arlaud) que resulta ser un mujeriego egoísta; y el hijo de ese matrimonio deriva en tarambana que arruina completamente a la familia. Stephane Brizé derrapa, como Terence Davies, en el eterno dilema de la contención. Por esquivar el bache del melodrama se aterriza en la cuneta de la inacción. Se incide tanto en las miradas y los subtextos que se acaba desdibujando los conflictos principales de la historia. Uno es la gestión de la infidelidad. Para algunos/as, la ruptura con una pareja es menos soportable que esos desahogos físicos, esos engaños. Prefieren un amor parcialmente compartido a un no amor. El segundo es equivalente. Cuando un hijo se vuelve un irresponsable el riesgo de plantarse, marcar líneas rojas y mantenerse firme, es también perderlo. La Jeanette de esta historia cede ante ambos y acaba igual o más infeliz. Un tercer tema, también muy resumido respecto a la novela, es la dudosa influencia de los párrocos como consejeros matrimoniales. Lástima que la película apenas esboce esas tensiones externas e internas y se concentre demasiado en los silencios, los primeros planos, las miradas lánguidas de la protagonista.

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