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Entrevista

Alfredo Oyágüez: "En los Conservatorios hay un choque de trenes similar al de Madrid y Barcelona"

"Como profesor pediría a las administraciones que dejaran que los proyectos, una vez que despegan, como lo hizo el de Albert Díaz, maduren"

El pianista y profesor titular del Conservatori Superior Alfredo Oyágüez. yvonne kirch

¿Qué significa para usted tocar en el Carnegie Hall?

Ya toqué ahí hace años, cuando era estudiante, como miembro de la Joven Orquesta Nacional de España. En esta ocasión me presento con un formato más personalizado como es la música de cámara, con el chelista americano Andrew Smith, con el que toco desde hace más de dos décadas. Actuar en el Carnegie Hall significa una gran experiencia, al tratarse de una sala emblemática con una gran historia.

En Nueva York se presenta no solo en calidad de pianista, también como director artístico del Festival Internacional de Deià.

Sí, en el Carnegie Hall haremos una primera incursión para promocionar la 40 edición del festival de Deià, la de 2018, ya que tenemos previsto volver el año que viene con la Camerata Deià. Hemos contactado con la embajada, el Instituto Cervantes, la Fundación Gabarrón...

¿Qué hace tan especial al Carnegie Hall?

Su acústica, excelente en sus tres salas. Además, es un emblema para el desarrollo de la música clásica en EE UU. Durante muchos años ha sido la sede de grandes orquestas, entre ellas la Filarmónica de Nueva York, una de las orquestas-bandera del país. Todos los grandes han actuado en sus salas. El violinista Isaac Stern fue el que le dio más renombre. Su público también es muy especial, al estar formado por mecenas y patrocinadores.

¿Qué peso tiene el público norteamericano en el Festival de Deià?

Tenemos presencia regular de público americano. Porcentualmente no es la más significativa, esa corresponde al público alemán y británico. En los últimos años hemos visto cómo la presencia de público americano se ha incrementado, y por eso hemos pensado que Nueva York era un buen sitio para estar presente con el festival y sus gentes descubran Mallorca culturalmente hablando. Con la Camerata Deià llevamos casi 20 años promocionando el festival en los cinco continentes.

¿Cuál es el sello distintivo del festival de Deià?

El sello es ecléctico, y esto se debe fundamentalmente a su fundador, Patrick Meadows, de Vermont. Con tesón y dedicación logró levantar el festival y despertar la atención de mucho público y también de instituciones de la isla que apoyaron su iniciativa. Meadows, al que también recordaremos en la próxima edición, fue una persona muy peculiar que ejerció de editor, compositor, intérprete, amante del arte y la literatura, una especie de hombre del Renacimiento que a lo largo de muchos años tuvo que luchar contra un sinfín de obstáculos. Cuando me cedió el relevo de la dirección artística del festival decidí mantener hasta cierto punto ese eclecticismo pero también introducir mi impronta personal y hacerlo peculiar. Y es peculiar por su localización, Son Marroig; por su programación, diversa, enfocada a la música clásica pero con elementos del jazz, folclore, flamenco o tango; y también por las características del público, que sigue la música en una sala pequeña, íntima, una especie de pequeña familia.

¿Cuál fue el punto de partida de su disco 'Spanish Music for Cello and Piano'?

Cuando conocí a Andrew Smith en la Universidad de California y empezamos a tocar juntos, le planteé la posibilidad de que él descubriera obras del repertorio español. Y comenzamos con las más emblemáticas, caso de la Suite Popular de Manuel de Falla. Tanto le interesó, que empezamos a expandir el repertorio: Intermedio de Goyescas, de Granados; los Cantos Negros de Montsalvatge; Le Jeudi Saint a Minuit de Turina; Gaspar Cassadó... Es un monográfico que venimos tocando desde hace unos años por todo el mundo. Recientemente hemos actuado en Italia, Alemania y Sudamérica; en octubre estaremos en Nueva York y Oregón, y en enero tocaremos en Japón.

La presente edición del Festival de Deià concluirá con el concierto 'Independencia de Finlandia' (5 de octubre). ¿Se ve programando en 2018 uno llamado 'Independencia de Cataluña'?

Creo que el camino que se ha tomado por ambos bandos no es el correcto. Hay convicciones muy fuertes, y eso hay que respetarlo pero de ahí también surge una cierta rigidez a la hora de solucionar los problemas, y eso es lo que estamos sufriendo tanto desde Madrid como desde Barcelona. Las dos posturas me parecen muy legítimas pero creo que están engañando a todos. Nos venden la idea de que esto es un auténtico conflicto entre los dos pueblos, aunque yo no lo creo así. Somos víctimas de un juego político un poco perverso y completamente absurdo. Si finalmente, por la vía democrática, Cataluña se independiza, no tendré ningún problema en dedicarle un festival a su independencia.

Donde sí hay conflicto, y no me lo negará, es en el Conservatori.

Este es un problema muy complejo. Como profesor titular del Superior pediría a las Administraciones que dejaran que los proyectos, una vez que despegan, maduren. Me parece contraproducente que un proyecto, que después de dos años empezaba a levantar cabeza con firmeza, de pronto se venga abajo por una serie de conflictos internos maniqueos y absurdos. Todo esto viene por una lucha, entre el Profesional y el Superior, por los espacios en el Conservatorio. Todos tienen sus razones, y las mías son de excelencia. El trabajo de Albert Díaz, un profesional como la copa de un pino, era de excelencia y necesitaba un cierto grado de independencia, sobre todo en las decisiones puramente musicales y artísticas. También entiendo que el Profesional tiene sus necesidades. Ahí ha habido un choque de trenes muy similar al que observamos entre Madrid y Barcelona en el que se ha impuesto la cabezonería y la sinrazón.

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