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Entrevista

Miguel Sáenz: "Si quieres que quede algo de ti, tienes que ponerte a escribir"

Su biografía está íntimamente ligada a la isla, a la que ha regresado para hablar de Jack London

Miguel Sáenz, ayer, en Formentor. m. e. v.

Miguel Sáenz (Larache, 1932) publicó crónicas sobre el Festival de Cine de Berlín en DIARIO de MALLORCA. Su primer destino como teniente jurídico del Aire fue la zona de Balears. "Me gustaba mucho el cine y una de las cosas que hice en Palma fue crear un cineclub, el Alción. Empezó en el centro y luego nos trasladamos al Terreno", evoca.

-Si el cineclub estaba en el Terreno, debió conocer a Cela.

-Sí. Fueron exactamente los años en que Cela reinaba en Son Armadans y Llorenç Villalonga reinaba en el otro lado. Con los dos tuve una relación muy buena. Llorenç me pareció un perfecto caballero. También en Mallorca conocí a mi mujer. Villalonga me invitó a ir a una de sus tertulias en el Kursaal. Me regaló Mort de dama y un ejemplar de Bearn. A Cela lo conocí porque fui a hacerle una entrevista por cuenta de una chica francesa. Y le dije que me iba a casar con mi mujer actual y me dijo que si le mandaba una invitación a la boda le regalaría a mi mujer todos sus libros de viajes. Y así lo hizo. Hay una frase que se me quedó grabada que refleja muy bien el humor de Villalonga. Me dijo: "Vaya a ver a Cela, porque si cree que no tiene talento le ayudará".

-¿Cómo empezó a traducir?

-Cualquier persona a la que le gusta la literatura y que conoce un par de idiomas, siente en algún momento esa necesidad de traducir para sí mismo y sin ninguna intención de publicar. Yo empecé porque me presenté a un examen de Naciones Unidas y me ofrecieron un contrato en Nueva York. Me dieron un libro en alemán sobre derecho administrativo. Y lo traduje. Y estuve en Nueva York durante dos años traduciendo documentos para Naciones Unidas y luego en Viena. Cuando regresé a España en 1971, el primer libro de literatura me lo dio la editorial Siglo XXI, donde estaban Jaime Salinas y Javier Pradera. El primer libro literario que traduje fue Carta breve para un largo adiós de Peter Handke. Yo sabía más inglés que alemán, pero Salinas no tenía traductores del alemán ni gente que le asesorara. Y me dijo, tú sabes alemán. Y yo le dije, mi alemán no es suficiente. Sé por mi mujer y he estudiado un poco. Me contestó: "Eso es una tontería". Y me dio El rodaballo de Günter Grass. Como tenía 600 páginas cuando acabé de traducirlo sabía bastante alemán. Luego las editoriales me buscaron porque hay menos traductores de alemán. En realidad yo no tenía una fijación por la literatura alemana.

-¿ Es una literatura más amarga que la española?

-Es más pesada. Más amarga, no. Tienen tendencia a extenderse mucho. A mí me gustan más los austriacos porque tienen una cualidad que me parece esencial: un oído musical extraordinario para el lenguaje.

-Usted ha sido aplaudido por traducir a Thomas Bernhard.

-Es un autor que tuvo influencia en los escritores antes de llegar al lector. Luego fueron los críticos, y los últimos los de la universidad, que no se enteraban de nada. Escribe muy bien. Con el paso de los años empezó a repetirse. Y su influencia ha sido muy grande en Argentina y Chile.

-Su último libro es Territorio

-Porque me da miedo no encontrar lo que allí conocí. Creo que todos tenemos la obligación de contar nuestra vida porque tus experiencias no las ha tenido nadie ni las va a tener nadie en la historia de la humanidad. Si quieres que quede algo de ti, tienes que ponerte a escribir y contar las cosas que para ti fueron importantes.

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