Constatamos un año más que a estos encuentros les cuesta encajar en la acepción estricta de la palabra "conversación". Acaso podrían llamarse con más acierto encuentros, conferencias o ponencias. Interesantes en gran parte de los casos. Con hallazgos. De eso nadie duda. Pero en cuyo formato no acaba de cuajar el intercambio de ideas entre los ponentes y el público, posiblemente por la inexistencia de un moderador que plantee preguntas y repesque aquellas ideas comunes o incluso contrarias que han hilvanado las disertaciones de los invitados. Ajustarse de un modo más estricto a la temática de cada una de las mesas también habría facilitado la conversación y el deleite por parte del público. Y qué hay del atril. Que sitúa al intelectual en una posición más elevada que al resto de contertulios.

Dicho esto, ayer por la mañana se habló de bohemios y de magos por Formentor. Se habló en castellano y en catalán. Como siempre ha sucedido en estos encuentros, bilingües. Pero ayer hubo quien se importunó (por no entenderlo, como fue el caso por ejemplo de Marta Robles) porque dos ponentes, en concreto Andreu Gomila y el escritor y articulista de este diario Gabriel Janer Manila, decidieron enfilar su parlamento en catalán. Los ánimos no llegaron a caldearse en la gran carpa del jardín gracias a la buena mano de Basilio Baltasar.

Janer Manila y el periodista Víctor Amela fueron los que más se circunscribieron al término "mago" que daba título a su coloquio. El autor de Tigres leyó un bello texto sobre el libro Gaspard, Melchior & Balthazar, de Michael Tournier, donde éste imagina a partir del Evangelio de San Mateo la historia de los tres reyes magos, cada uno con su circunstancia personal. "Cada rey perseguía un fin distinto. Ninguno de ellos sabía que el niño que encontrarían en Belén iba a tener el poder de dar sentido a cada una de sus búsquedas personales", comentó Janer.

Alicia Kopf reivindicó la figura de Lucía Joyce, hija del célebre escritor irlandés. Lo hizo a partir de la lectura de un libro de Carol Loeb Schloss que aún no está traducido en nuestro país. La autora de Hermano de hielo trajo a colación la biografía de Lucía para reseñar cómo un conjunto de mujeres con talento surgidas en los felices años 20 acabaron marginadas y muchas de ellas recluidas en manicomios en los 30. "Gracias a ellas todas estamos aquí", subrayó.

Para Juan Gabriel Vásquez, "Robert Walser no era un bohemio, pero sí un mago y seguro que un vagabundo". El escritor, que hace triplete en Formentor, escogió para su comentario público El paseo del autor suizo. "Walser llevó la actividad de caminar a una verdadera manera de ser y estar en el mundo, la elevó a obra de arte", apuntó. "Al parecer, salía a pasear por las noches para escapar de su esquizofrenia", agrega.

Por último, Amela se centró en las memorias de un verdadero mago, Alejandro Jodorowsky, quien usó un truco desde bien pequeño "para ponerse a salvo del infierno que era su vida": emplear la imaginación. "Con este libro he aprendido que la imaginación es la materia de la que todo está hecho", confesó el escritor y periodista.