“El viaje hasta la isla ha sido largo”, suspira cansado Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948), “pero ya estoy aquí, en Formentor, cuyo jardín debe asemejarse al del Edén”, confiesa con una sonrisa. La presencia del autor, un auténtico historiador de la lectura, da inicio a las Converses en Formentor, que este año cumplen diez años y se celebrarán hasta el domingo en el mítico hotel de la familia Barceló bajo el lema Bohemios, magos y vagabundos.
P Borges también ganó el premio Formentor. Usted le leía libros cuando ya estaba casi ciego. ¿Qué le hace sentir eso?
R Borges es un autor fundamental de la literatura universal. Ganó el galardón junto a Samuel Beckett. Ahora me toca a mí. Es un poco absurdo. Pero acepto el absurdo. Me siento honrado y feliz por recibirlo. Lo que sí puedo decir es que soy consciente de que no estoy en la misma estantería que ellos.
P ¿A qué se refiere?
R Creo que sería muy mal lector si dijera que compartimos estantería. Ellos son escritores absolutamente fundamentales.
P Se le da el premio por su “minuciosa recreación del arte de leer”. ¿Se considera más lector que escritor?
R Sí, soy más lector. Citando a Borges, hay que decir que el escritor escribe lo que puede pero el lector lee lo que quiere. Por encima de todo, me he sentido lector. He caído en la escritura a través de la lectura, haciendo una historia de la lectura en mis libros.
P ¿De qué puede salvarnos la lectura?
R La lectura puede, lo has dicho, no necesariamente o por obligación actúa en nosotros. Pienso que la lectura tiene la capacidad de salvarnos de la estupidez.
P “Mis libros salen de otros libros”, comenta usted. ¿No salen todos los libros de otros libros?
R Sí, por supuesto. Pero unos más que otros. Es cierto que Borges escribía a partir de sus lecturas, pero cuando les aplicaba su alquimia llegaba a hacer cosas únicas e increíbles.
P ¿Cuál es el estado de la lectura entre las jóvenes generaciones?
R La lectura nunca fue la actividad más mayoritaria entre la población. Los jóvenes tienen otras opciones, como las series o los videojuegos, pero las tuvieron en todas las épocas. En otros tiempos esas distracciones fueron los deportes, el circo u otras aventuras físicas. Siempre hay algo que distrae de la actividad de la lectura. En esta época, la dificultad reside no tanto en la curiosidad, porque todos los jóvenes son inteligentes y curiosos, sino en los valores que nuestra sociedad les propone. Valores basados en lo fácil y lo rápido.
P ¿Cómo se está viviendo desde Argentina la situación de Cataluña?
R Con preocupación porque los argentinos se interesan por la suerte de España. No por habernos independizado de ella en el pasado creemos que tenga que desintegrarse. Cataluña no es una colonia como era Río de la Plata. Pero bueno, no conozco tan bien la situación para opinar sobre ella.
P Europa siempre ha sido una tierra de difíciles encajes nacionales.
R Sí. Toda nación es un concepto complejo, difícil, fluido y que va cambiando. Por ejemplo, pienso en Italia también. Que no se formó hasta después de muchos siglos.
P ¿La lectura puede despejar dudas sobre el tema del nacionalismo?
R Es posible que la lectura no vaya a despejar nada ahora mismo, pero al menos nos va a dar un vocabulario adecuado y rico para hablar sobre el problema.
P En su último libro, Una historia natural de la curiosidad, asegura que el sistema margina la imaginación. ¿Por qué el poder arrincona la curiosidad?
R El poder no busca arrinconarla, sino más bien limitarla. El motivo es muy sencillo: la curiosidad puede cuestionar la autoridad que está en el poder. Por eso le tienen tanto miedo.
P Como actual director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, ¿cuál es la mejor campaña de lectura?
R La mejor campaña de lectura es la que da el ejemplo. Es decir, tenemos que lograr que la pasión de ciertos lectores se haga visible para que a través del ejemplo contagien a otros el amor que sienten por leer.
P ¿Qué significa para usted Dante y La Divina Comedia?
R Esa obra es esencial. Todo está en La Divina Comedia. Para cualquier pregunta que me hago, acudo a ella.De hecho, he establecido una rutina: todas las mañanas leo uno de sus cantos: me sirve para pensar durante el resto del día.
