Un total de 30 bailarines han viajado desde Moscú para ofrecer este fin de semana en el Auditorium de Palma tres clásicos del ballet ruso: El Lago de los Cisnes, Don Quijote y La bella durmiente. Obras muy diferentes que son tratadas con un estilo contemporáneo pero sin olvidar la técnica y tradición de la danza clásica.

Una vez más, el Ballet de Moscú regresa a Ciutat. "Siempre es un placer volver a Mallorca. La gente es muy amable, hemos cogido mucho cariño a este sitio", comenta una de las bailarinas de la compañía, fundada en 1989 por Timur Fayziev. Ayer realizaron la primera función de una de las obras más reputadas del ballet mundial, y muy admirada por los mallorquines: El Lago de los Cisnes, que se ha convertido en la pieza más característica de la compañía. Se trata de una obra muy reclamada por el público de la isla y por eso, año tras año, da su fruto y forma parte de la programación del centro para las artes. Ofrecen lo que el público reclama. "La primera vez que llegamos a la isla para presentar este ballet fue en el año 1994. Desde entonces la Reina Sofía ha venido a verlo tres veces", comenta un orgulloso Fayziev, señalando el palco donde se sentó. La pieza es un cuento de hadas que creado por el compositor ruso del periodo romántico Piotr Ilich Tchaikovsky a petición del Teatro Bolshói en 1875, y estrenado en 1877. Lev Ivanov y el maestro Marius Petipa se encargaron del montaje de la coreografía.

A las 16:30 horas ya estaban sobre las tablas del Auditorium para prepararse para un último ensayo antes de la función. Siempre llegan cuatro horas antes de que comience el espectáculo para poder dar lo mejor de cada uno cuando se levanta el telón. Cuatro actos, cuatro cambios de vestuario y veinte minutos de descanso entre las dos partes.

Los bailarines principales son Cristina Terentiev como Odette y Odile, y Anatolie Ustimov como el príncipe Sigfrido, quienes junto a todos los cisnes se encargaron de ensalzar el temperamento dramático de los personajes con la técnica más depurada de la escuela rusa que demanda el director Fayziev a los artistas de su compañía.

Ballet ruso, obra española

Hoy se vuelven a calzar las puntas. A las 21horas los bailarines estarán preparados para danzar las aventuras de Don Quijote. "Esta pieza es fantástica, es menos conocida y cuesta mucho más de llevarla al público porque se tiene un recuerdo denso de la obra escrita. Pero tiene una gran fuerza, los saltos de los bailarines son espectaculares? Es precioso", aseguran desde el Auditorium. Una obra basada en las bodas de Camacho, narradas en el capítulo diecinueve de la segunda parte de la novela de Cervantes. El ballet se estrenó en el Teatro Bolshói en 1869, la música es del compositor austriaco Ludwig Minkus, y la coreografía del ruso Alexander Gorsky, donde el cuerpo de baile se convierte en gran parte del drama, de esta forma rompe con la simetría y líneas que caracterizan a su coetáneo Petipa.

Una más de Tchaikovsky

La bella durmiente, estrenada en 1890 en San Petersburgo, es la última obra del intenso paso de la compañía por la isla. Con otro de los clásicos se despiden del Summer Tour 2017 en el Auditorium. Mañana a las 19:00 horas sonarán las primeras notas inspiradas y luminosas de la composición romántica tardía de Tchaikovsky. Los bailarines se moverán, una vez más, bajo el rigor y la elegancia de la coreografía de Petipa, mientras llenan el escenario de vivacidad con los colores de los tutús y los diferentes personajes del cuento de Charles Perrault y los hermanos Grimm.

Tres obras distintas durante tres días seguidos. Un fin de semana lleno de foutté en tournant, jeté, pas de deux, y de mucho esfuerzo , "pero ensayar mucho y amar lo que hacemos lo hace posible", asegura el director del Ballet de Moscú.