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A tiro

Cláusulas contra la precariedad

Uno de los puntos recogidos en el primer documento del Plan de Cultura presentado hace unas semanas por la consellera de Cultura Fanny Tur se está revelando como una de las necesidades urgentes a aplicar en el sector. Me estoy refiriendo a la inclusión de cláusulas contra la precariedad de los artistas cuando la Administración está ayudando o colaborando en la organización de una actividad promovida por una organización social o empresa privada. En el pre-plan presentado por la conselleria no se atajaba el problema de manera tan directa, sino que se recogía la intención de incluir unas cláusulas laborales con unos mínimos para los trabajadores de todas aquellas entidades que quisieran acogerse a ayudas o subvenciones. Un primer paso necesario que desde luego no contempla todas las situaciones de precariedad que ha de soportar la comunidad cultural. Si la conselleria hubiera realizado un buen diagnóstico, ahora mismo tendría sobre la mesa bien detectadas cuáles son esas otras circunstancias proclives a la precariedad.

El tema no es baladí y será analizado estos días desde el propio Ayuntamiento de Palma. La cuestión viene porque uno de los eventos de artes plásticas que se celebrará en la calle durante la próxima Nit de l´Art (sin ayudas monetarias) pretendía contar con el concierto de una banda ofreciéndole a cambio por su actuación "oportunidades de promoción". Actuar por amor al arte.

Leyendo la convocatoria que este año ha sacado Cort para que propuestas de artes visuales ocupen la vía pública de manera segura durante la Nit de l´Art (iniciativa que era necesaria) uno cae en la cuenta de que en ningún momento se recogen cláusulas laborales o contra la precariedad y que no hay distinciones entre empresas o asociaciones sin ánimo de lucro, por poner un ejemplo. Simplemente se habla de "actividades autogestionadas" o de la voluntad de que la ciudadanía participe activamente en los acontecimientos culturales y pueda desarrollar con seguridad sus iniciativas. También se deja claro que en ningún caso el Ayuntamiento asumirá gastos de contratación artística o servicios de montaje de las instalaciones. Si es así, y Cort deja en manos de segundos esta parte pero colabora con ellos y les ofrece la habilitación de espacios y las infraestructuras básicas (iluminación, escenario y plan de autoprotección municipal), no estaría ni mucho menos de más plantearse en próximas ediciones la inclusión, como requisito, del cumplimiento de las buenas prácticas -que son las que realmente aman al arte- para presentarse a estas convocatorias, máxime cuando en los planes de actuación del Ayuntamiento se recoge la dignificación de la profesión de los artistas.

El caso del que hablamos hoy debería estar recogido también en el futuro Plan de Cultura.

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