El puerto calvianer de Port Adriano recibió ayer los rugidos de Tom Jones, también conocido como el 'Tigre de Gales', que ofreció un espectáculo donde repasó su discografía e interpretó varias versiones aportando su estilo característico.

Para la ocasión, más de 3.500 personas se desplazaron hasta el recinto portuario, llenando las localidades de pista y reservados. Vestido con su clásico traje gris y acogido en un alto escenario ubicado al borde del mar, con un juego de luces que se complementaba con una monumental pantalla en la parte posterior, el artista ejecutó su show, que tuvo un ligero retraso en su inicio a causa de la constante afluencia de gente llegando al recinto desde primera hora de la noche, ante un público receptivo y entusiasmado. La pequeña tardanza con la que el galés apareció en el escenario sirvió para intensificar las expectativas de un público que ya se aposentaba en el despliegue de mesas redondas que se extendía enfrente del escenario y que llegaba hasta la mitad del recinto, donde empezaba una pista plagada de asistentes que disfrutaron del concierto levantados.

A sus 77 años, el británico mantuvo una forma y fuerza en su puesta de escena, sin quebrar en ningún momento su potente y conservada voz, que transmitió a un público adulto con mucha presencia turística, que se mudó para la ocasión, teñiendo la noche de elegancia.

Algunos espectadores incluso disfrutaron del espectáculo a bordo de su embarcación amarrada en el puerto o en las casas ubicadas en las zonas más altas delpuerto, aprovechando la privilegiada colocación del escenario. Aunque la de ayer fue una noche calurosa, el mar brindó una agradable brisa que dio un respiro tanto al artista como a los afortunados que consiguieron su entrada a tiempo.

El esperado 'Sex Bomb'

No tardó mucho tiempo en deleitar a los asistentes con su mayor hit, Sex Bomb, uno de los temas más esperados de la noche por su reconocimiento en el mundo del pop y dance que catapultó a Jones hasta la cima del estrellato en el género.

El concierto estuvo marcado por un fuerte componente blues y bluesgospel que hizo que muchos de los asistentes se animasen a levantarse de su mesa para dirigirse al frente del mítico artista a bailar.