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Entrevista

Juanmi Bosch: "Se ha perdido la cultura de ir a conciertos, en los 'fest' la gente joven sólo va de fiesta

"Sería estupendo tener unos locales de ensayo subvencionados, pero no nos podemos aferrar a eso. Los músicos también somos quejicas. La música se puede hacer casi en cualquier parte; ahora hay más grupos que nunca" - "La única escena musical que podría reconocer en la isla es la del hipódromo"

Juanmi Bosch, guitarrista

Juanmi Bosch, guitarrista

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Juanmi Bosch, guitarrista M. Elena Vallés

Diez de la mañana y un sol cegador se derrama sobre Can Valero. Los calurosos polígonos y periferias de esta ciudad son las guaridas de la mejor creación. Juanmi Bosch carga con su guitarra eléctrica y la tabla de surf, otra de sus válvulas de escape. La entrevista se desarrolla en el local de ensayo que Orquídea comparte con otras bandas. Un espacio lleno de huellas artísticas conocido como El Maletín Nuclear.

-¿Por qué una Telecaster?

-Fue un regalo de mi hermana mayor. Fuimos a una tienda de Manacor a comprarla porque había una de segunda mano. Pero fue casualidad que fuera ese modelo.

-¿Le daba igual?

-Me daba igual porque no sabía nada de guitarras eléctricas. Era muy joven. Debía tener 17 años. Simplemente la vi y me gustó mucho. Ahora tengo 51. Me moriré con esta guitarra. Es bastante maciza. Justamente en el 77 y en el 78 hicieron estas Telecaster con más cuerpo. No tuvieron demasiado éxito porque pesan mucho. Pero eso también la hace especial.

-¿Qué sonido busca?

-Mi sonido está muy basado en esta guitarra. Porque tiene unos agudos agresivos. Y eso ha sido siempre una de mis firmas: hacer agudos que te revienten los oídos (ríe).

-Es austero. Cuando llega a un sitio a tocar no carga con un arsenal de aparatos y pedales. ¿Por qué?

-Sólo tengo tres pedales. Pienso que se ha de sacar el sonido con los dedos. Una cosa que me pasa a menudo es tocar y perder esa especie de trance que a veces alcanzo. Es un estado que me encanta. No me pasa siempre, pero es tal el subidón que hay momentos que estoy en Marte.

-¿En qué lado del punk se encuentra más cómodo?

-Hay matices. Como influencia, he mamado más de grupos del punk hardcore americano. De muy joven escuchaba esas bandas y esa influencia ya no desapareció nunca. Lo que pasa es que el punk es actitud también. Puedes ver a grupos con actitud punk que no suenan nada punk y que igual son más experimentales o raros. El punk es para mí una actitud más que un estilo o tendencia musical."El hipódromo es el único lugar donde puedes ver en realidad a gente joven tocando. Es muy importante porque el rock and roll no lo salvaremos los viejos"

-¿La situación precaria de las infraestructuras públicas para los músicos favorece las actitudes punk?

-No. Lo del punk es algo que empieza con lo que llaman los ingleses angst, es decir, la rabia interior de cada uno. Eso te pasa sobre todo cuando eres joven. De mayor esa rabia se relaja y piensas de otra manera. Yo pienso que el punk es revulsivo de esta manera. Lo veo más como algo interior. También he de decir que los músicos somos muy quejicas. Me refiero a lo de pedir locales de ensayo. Si quieres hacer música, puedes hacerla en cualquier lugar. Es cierto que sería estupendo tener unos locales subvencionados, tener bolos subvencionados, pero no te puedes aferrar a eso. Yo hace más de 30 años que estoy tocando y siempre he escuchado lo mismo: locales de ensayo, locales de ensayo... Al final, hay más grupos que nunca. Si la gente quiere tocar, puede tocar. Alcanzar un mundo ideal es muy difícil.

-¿Ha habido conatos de regreso con Cerebros Exprimidos?

-Hubo unos cuantos, pero no. Para mí Cerebros éramos cuatro personas. La muerte de Cañete, el bajista, marcó un punto sin retorno. Para mí no hay Cerebros sin Cañete. Y eso no se puede cambiar. La última vez que nos reunimos fue para homenajearle.

-Con Cerebros llegaron lejos.

-Qué va. Eso se ve con el tiempo. Yo se lo digo a todo el mundo. Hacíamos conciertos y no venía ni una rata. Como ahora. Ahora me da como risa que 20 años después la gente me diga, "oh, Cerebros, Cerebros". ¡Pues hubierais venido a nuestros conciertos! Nos separamos por auténtica desidia: ya no íbamos hacia ningún lado. Y no pasa nada porque las bandas tienen un principio y un final. Ese final tampoco lo viví de manera traumática. Pero cuando tocábamos tampoco veía que era una cosa... Es cierto que, en aquellos tiempos, una casa de discos de Madrid se interesara por ti era un puntazo. Nos pasó con Munster Records y gracias a ellos pudimos viajar y tocar fuera de la isla.

-Cerebros no tenían referentes musicales en Mallorca y a principios de los 80 no era tan sencillo conseguir música como ahora.

-En ese sentido, fuimos pioneros de lo que hacíamos. Yo tuve mucha suerte porque Jaume Triay, el cantante, es un súper coleccionista de discos y al principio nos reuníamos en su casa a escucharlos. Aún guardo las cintas que me grabó. Y así me formé musicalmente. Los primeros discos de Black Flag o Hüsker Dü los conocí gracias a él. Me grababa cintas y luego yo practicaba en casa."Sólo tengo tres pedales, pienso que se ha de sacar el sonido con los dedos"

-Continúa habiendo poco público en los conciertos. ¿Hay diferencias con el de antaño?

-Sí. Yo creo que antes la gente estaba más interesada en los conciertos. Hoy no. Ahora tú vas a un concierto y sólo hay gente de 30 para arriba. Y la gente joven no tiene costumbre de ir. Sí van a festivales, pero no lo hacen para escuchar a un grupo. Van a la fiesta únicamente. Se ha perdido la cultura de ir a conciertos.

-Hay muchos ´fest´ en verano y luego el circuito real de salas es muy reducido. Algo no funciona.

-Sí. A veces sale alguna sala nueva, después cierra. Es algo como muy flotante y poco sólido. Pero en Palma siempre ha sido un poco así con las salas pequeñas. También es cierto que un concierto es arriesgado. ¿A cuántos conciertos hemos ido que eran cuatro o cinco personas? Al del bar le es más fácil abrir y poner música. Pero después, por otra parte, llega el fin de semana y miras los bolos en la agenda y no sabes dónde elegir porque se hacen muchos conciertos debido a la gran cantidad de grupos que hay.

-¿Hay una escena entonces?

-Pese a ello, no hablaría de una escena mallorquina. La única escena que igual podría reconocer es la escena del hipódromo, de grupos que han salido de allí. El hipódromo ha sido un auténtico centro underground. Y siempre han salido grupos, que son en realidad los que más me gustan: los más radicales, los más interesantes y los que no se dejan llevar por las tendencias.

-Se hicieron unas reformas para legalizar los locales. ¿Sigue yendo por allí?

-Sí. El ambiente sigue igual que siempre. Han tenido que hacer una pista de petanca donde nadie juega a petanca. Es absurdo, pero bueno. Siguen en marcha los locales. Es un campo de cultivo estupendo. Es el único lugar donde puedes ver en realidad a gente joven tocando. Y es importante porque el rock and roll no lo salvaremos los viejos. Siempre tiene que haber una generación joven que no se deje llevar por las modas, porque también hay mucho grupete fashion-tendencia. Con internet, la última tendencia musical se reproduce a los diez minutos en tres mil bandas en el mundo que suenan igual. Todo es tan rápido que a la vez está vacío. La música se ha de saber asimilar. Con la música, uno llega a un lugar pero gracias a un background de música escuchada. Se nota muchísimo cuando un grupo ha escuchado música.

-Está en Orquídea y Garras. ¿Se ha estrenado este último grupo?

-Garras lo formamos cuando hicimos un proyecto de bandas sonoras con el ciclo Soundtrack. Es con Ginés Fernández y Kiko Barrenengoa. Tocaremos en Fira B! Somos un poco eclécticos. Hay cosas que son como un poco más jazz, pero todo gira en torno a la psicodelia. No es tan pelotazo como Orquídea. Orquídea es una banda de rock. Con Garras la intención es juntarnos y hacer jams. En Orquídea también funcionamos un poco igual."Me da risa que 20 años después la gente me diga, "oh, Cerebros, Cerebros". ¡Pues hubierais venido a nuestros conciertos!"

-¿Se puede hacer rock de manera metódica?

-Sí. En el caso de que uno en la banda sea el compositor, haga las letras y traiga ya la canción hecha y después con el grupo se hagan los arreglos. No es nuestro caso. La idea inicial era ser instrumentales y es una idea como muy setentera: juntarse a tocar y ver qué sale. Se trataba de hacer algo diferente. Lo que no podía seguir haciendo era lo mismo: estar en una banda de punk hardcore.

-De los grupos con los que ha tocado, ¿con cuál ha disfrutado más?

-He intentado disfrutar con todos a tope. Con Mostros fue muy intenso. Hubo una época que tocábamos mucho, salíamos de gira y era más como una familia. Y teníamos mucha energía. Macky era el motor.

-¿Usted ha sido motor alguna vez?

-No demasiado. Si estoy en un proyecto, sí me involucro a tope. Sí puedo ser motor en la parte musical. Pero todo lo que es promoción, buscar bolos o redes sociales lo llevo fatal.

-Ahora están los mánagers.

-A ver, alguien tiene que hacer todo eso. Puede hacerlo alguien del grupo y seguir con el do it yourself. Pero es mucha energía y has de tener tacto y un carácter determinado. Yo soy muy tímido y no sirvo para eso. En lo que no creo demasiado es en que todo funcione a raíz del dinero que inviertas en tu grupo. No lo soporto. Hoy día hay plataformas a las que la banda ha de pagar para recibir un tipo de promoción ajustada a lo que invierte. ¿Y al final quién gana y triunfa, el que tiene más dinero para invertir? Eso falsea mucho artísticamente.

El músico mallorquín en el local de ensayo. Manu Mielniezuk

-¿Se puede malvivir de esto?

-Todos tenemos otro trabajo. Yo soy técnico audiovisual, monto equipos. A nivel underground, lo has de compaginar con otras cosas. Ahora me considero más músico que técnico. Yo siempre digo que soy músico porque es lo que más me mueve en la vida.

-¿Rata de local, de estudio de grabación o carne de escenario?

-Más rata de local. Me gusta mucho el estudio también. Pero venir a ensayar al local es hacer vida social: te ves con los colegas, hablas...

-¿Cómo sobrevivió a los excesos de los años ochenta?

-También tuve mi época oscura. Sobreviví tocando. Un amigo vasco me dijo una vez cuando todo el mundo empezó a mitificar los ochenta: "Los ochenta eran grises y llovía todo el tiempo". Estoy de acuerdo. Socialmente fueron duros. De todos modos, yo siempre he crecido escuchando hablar de crisis. En los ochenta hubo una muy grande: no había trabajo, lo recuerdo peor que ahora."El mejor grupo que para mí hay ahora en la isla es Trance. Otro grupo que me encanta es Tercera Guerra"

-¿Qué grupos mallorquines le gustan especialmente?

-El mejor grupo que para mí hay ahora es Trance. Otra banda que me encanta, entre otras, es Tercera Guerra.

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