P Tras agotarse en pocas horas las entradas para su concierto en Palma el 2 de diciembre ha decidido programar un segundo recital, para el 3 de diciembre. ¿Sorprendido de la respuesta del público mallorquín?

R Sí, y la sorpresa es aún mayor después de haber estado actuando en la isla hace muy poco tiempo, en Calvià, donde también llenamos. En solo 48 horas vendimos las entradas del primer concierto. Nunca me lo habría imaginado. Sorprendido y a la vez agradecido al público de Mallorca.

P Mallorca, isla con la que mantiene un idilio desde hace ya un tiempo.

R Con 20 años ya me vine a trabajar a la isla, a Palma, como informático en El Corte Inglés. Vivía en las Avenidas. Fue una experiencia que nunca olvidaré. Ahí nació mi pasión por estos lugares de la isla que parecen de mentira, como si hubiera venido alguien a pintarlos para que uno los viera. Con el tiempo seguí viniendo, pero el Norte de Mallorca era totalmente desconocido para mí, hasta que un día paseando por Alcúdia vi una casa en venta y la compré. Fue una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Aquí creé mi mundo. Desde el balcón de mi casa me imaginé que esto, el restaurante en el que ahora estamos [5 Océanos], sería posible. En este local no había nada, salvo unas rejas, y poco a poco fuimos construyendo. Catorce años después, esto es un negocio, un pulmón para mi familia.

P Usted vive en la carretera, en los aeropuertos, en los hoteles. ¿Qué busca en Mallorca?

R El mar es el primer protagonista en mi vida. Vivo aquí, en Alcúdia, y también en Sitges, cerca del mar. Alguien dijo que somos del mar y al mar volvemos. Lo necesito, es una conexión como mágica.

P ¿Cuántas de sus canciones han nacido en la isla?

R Muchas. Casi todas las canciones de El principio del comienzo [álbum publicado en 2004] se escribieron en esta casa [la de Alcúdia], un apartamento de 40 metros cuadrados. Que nadie se piense que es una gran mansión. A medida que pasan los años me doy cuenta que acerté instalándome aquí. Mallorca es una de mis musas.

P ¿Qué necesita a la hora de componer?

R Lo más importante es el método. Y para ser metódico tengo que quitarme las sombras de la cabeza, concentrarme, ser capaz de olvidar todos los demás proyectos, estar en mi casa, en orden y tener una guitarra cerca.

P ¿Siente, como dicen los hoteleros, que Mallorca se ha convertido en un "parque temático masificado"?

R Hay tres cosas que oigo a menudo cuando vengo a Mallorca como foraster: "Hay demasiada gente", "no hay mucha gente" y otra, "aquesta temporada no anirà bé". Creo que forma parte de la idiosincracia. Si hay mucha gente en la isla es porque este es uno de los mejores destinos del mundo, y contra eso no se puede luchar. En una sociedad sostenida en el turismo, cuando alguien me dice que hay mucha gente, no sé si se está quedando conmigo. Se llegará hasta donde se pueda llegar, cuando no haya más camas, pues no vendrán y se irán a otro sitio. Acabo de llegar de Eivissa y he escuchado lo mismo. Se quejan porque está lleno y hace siete años se quejaban porque no iba nadie. Yo no veo nada masificado, lo veo como otros años, pero es porque mi mundo se reduce esta parte de Alcúdia.

P Joven y emprendedor, ¿le resultó fácil abrir su restaurante?

R En este país que nos ha tocado vivir y en este momento a nivel político y fiscal es difícil hasta montar un quiosco para vender pipas. Con el restaurante sufrimos los tiempos de crisis más duros. Estuve a punto de tirar la toalla varias veces. Sostener la situación era imposible. Y era un momento en que la música tampoco me acompañaba. Felizmente fuimos capaces de sacarlo adelante. Y aquí seguimos, catorce años después.

P ¿Qué platos encontrarán sus comensales?

R Aquí todo es único. Somos atípicos. No ponemos música de noche, sí de día. Y cuidamos todos los detalles, incluidas las flores. No descarto abrir un restaurante hermano en alguna ciudad. Hay empresarios que se han interesado para franquiciarlo. Eso me lleva a la nostalgia. Todo lo levantamos nosotros, desde las maderas hasta las piedras. Y lo volvería a hacer. La cocina me encanta, la considero una de las grandes artes. La carta está diseñada desde el cariño y el mimo. Es una cocina cosmopolita, donde encontrarás desde ceviche a pulpo o atún.

P ¿A qué huelen las canciones de Antonio Orozco?

R A whisky con rosas.

P ¿Es usted de la noche?

R No, por un motivo: no me lo puedo permitir. La noche me encanta pero tengo un hijo de 10 años que es muy exigente.

P ¿También lo es con sus canciones?

R Creo que a mi hijo no le interesa demasiado lo que hago. Tiene ciertas complicidades conmigo pero lo que a él le gusta es el hip hop, el programar y utilizar protools. Está inmerso en ese movimiento latente en el mundo que es el trap.

P Habitual de los escenarios mallorquines, ¿es el del Auditòrium el mejor para actuar?

R Los mejores conciertos de mi vida los he dado en el Auditòrium de Palma. Creo que la gente flipará con el espectáculo que traeremos aunque sea la primera gira que nos enfrentamos sin Xavi Pérez, mi amigo, productor y director musical durante 25 años, fallecido recientemente. Me estoy planteando una tercera fecha en Palma. El Auditòrium es realmente grande pero me sabría mal que hubiera gente que se quedara sin poder ver el espectáculo.

P Usted que ha actuado en un sinfín de escenarios, ¿España aprueba en infraestructuras musicales?

R En 17 años de carrera he dado cerca de 2.000 conciertos y diré que no, que no aprueba. No hablaré de vergüenza absoluta pero sí apuntaré un problema que cada vez es más manifiesto y más grande: la falta de apoyo institucional al desarrollo del talento hace que este sea cada día más escaso. Al haber menos oportunidades para el desarrollo se hacen menos cosas en directo, y eso lleva a que la calidad también se vea mermada. Es casi imposible escuchar a un grupo que empieza con un equipo y en una sala de calidad. En este sentido rompo una lanza por programas como La Voz, donde se ofrece una oportunidad para ese desarrollo, el del talento.

P ¿Se sintió siempre cómodo en la televisión?

R Enfrentarme a las cámaras ha sido muy difícil. Las noches anteriores a las grabaciones eran noches de nervios. La televisión cambió mi forma de vivir por completo, ni a mejor ni a peor, pero la cambió. De repente sentía que la gente me hablaba como si me conociera. Lo vivo con mucha emoción e intensidad y estoy agradecido a La Voz porque ha conseguido de alguna forma que la gente descubra a alguien que no conocía. Se sabían mis canciones pero no tenían ni idea de cómo era yo.

P ¿Sentía la necesidad de desnudarse ante su público, de mostrarse tal y como es?

R No. Yo vivo humildemente de esto. La carrera artística es una de las más difíciles de manejar porque cualquier pequeño detalle altera el orden natural de las cosas. Se trata de hacer las cosas como uno cree que hay que hacerlas. Después de 17 años al único que me queda por demostrarle cosas es a mi hijo. A mí, me las he demostrado todas. Yo entiendo que habrá gente a la que nunca le gustará mi música pero a mí nadie podrá decirme que no lo he dado todo. Lo que hago lo hago desde el corazón, siempre. No tengo ninguna necesidad de que nadie me conozca pero entiendo que vivo dentro de un sistema, de una industria que necesita autoalimentarse, y yo vivo de esto, no vivo del aire. Y vivo de esto con cierta dignidad. Hasta ahora me ha ido bien y pienso seguir haciendo lo mismo.

P Como catalán, ¿qué opina del proceso independentista?

R A riesgo de que me llamen ignorante, todos los nacionalistas y no nacionalistas, independentistas y no independentistas, les diré que no entiendo nada de lo que está pasando y lo peor, nada de lo que plantean. Mira que lo intento, pero no entiendo nada. Hay demasiadas cosas importantes de las que no se hablan mientras se habla del

proceso.

P ¿Cuál ha sido el último tatuaje que se ha hecho?

R Una "X" en el antebrazo, en recuerdo a Xavi Pérez, mi amigo fallecido.

P ¿Se hará uno del Barça?

R Soy del Barça pero no he llegado hasta ahí todavía.

P ¿Ya está recuperado de su lesión del tobillo?

R Tuve una lesión muy bestia. Ahora estoy volviendo a empezar a correr. Hacía muchos años que no corría tanto sin que me persiguiese alguien. Ahora estoy a 6,30 el kilómetros. Hay que mejorar.