El pianista alemán Gerhard Oppitz (Frauenau, 1953) junto a la Orquestra Simfònica interpretarán hoy a las 21.30 horas el Concierto para piano núm. 5 y la Sinfonía núm. 5 de Beethoven en el Castillo de Bellver. Una composición que, según el músico, encaja perfectamente con los días de calor, y que está marcada por la alegría, poesía, dramatismo e ideas románticas. De esta manera quedarán iniciados los Veranos Sinfónicos 2017, un ciclo de dos formatos: Festival de Bellver y Chamber Summer Premium; que durará hasta el 11 de agosto.

Gerhard Oppitz era muy joven cuando descubrió a Beethoven. Empezó a tocar algunas de sus piezas cuando tenía apenas ocho años, se declara un gran entusiasta del compositor y su música continúa siendo una fuente de inspiración. El pianista lleva interpretando este concierto desde los diecinueve años y lo ha ejecutado más de 250 veces junto a diferentes orquestas y directores en distintos lugares del mundo. Confiesa que nunca es aburrido ni una rutina, sino una fascinante aventura, y se muestra ansioso por esta noche: "Bellver tiene una atmósfera maravillosa y una acústica muy buena". A pesar de haber ensayado tan solo una vez con la Simfònica, la conexión ha sido inmediata, asegura: "Esta sinfonía es un diálogo, ellos escuchan lo que yo toco, reaccionan, y viceversa. Es un intercambio de ideas y emociones".

Hace cuarenta años que Oppitz descubrió la isla, y desde entonces ha pasado entre ocho o diez semanas cada año. Le encantan los alrededores de Binissalem, donde se encuentra su residencia. Le gusta conectar con los mallorquines y saborear los vinos que los jóvenes bodegueros están produciendo en la localidad. Perderse en las bosques y dar largas caminatas o ir en bicicleta son algunos de sus pasatiempos para relajarse. Desde pequeño ha estado siempre en contacto con la naturaleza, y en Mallorca encuentra esta desconexión en las montañas de Alaró, y sobre todo en el "maravilloso pueblo de Orient". Siempre evita los lugares llenos de gente. Prefiere la tranquilidad del interior de la isla más que las playas.

Descansar en verano le permite coger fuerzas para afrontar la próxima temporada. Entre sus proyectos se encuentra volver a interpretar para el público todas las sonatas de Beethoven, los conciertos de piano y orquesta de Mozart y algunos trabajos de Schumann y Brahms. "Si pudiera vivir 1.000 años quizás se volvería aburrido interpretar, pero existen tantos trabajos maravillosos que tocar...", afirma. Considera que es un privilegio poder estar en contacto con este arte. La música es su fuente de energía y de inspiración: "Es mi misión interpretar y hacer música. Es lo que da sentido a mi vida. Para mi es maravilloso compartir mi profesión y talento con los demás".