Ramon Casas fue un pintor modernista de la alta burguesía con un marcado interés por las clases y la cultura populares y también por las fuertes transformaciones que se produjeron en la Barcelona del anarquismo, "aunque no puede afirmarse que fuera un artista políticamente comprometido", aclara Ignasi Domènech, jefe de colecciones de los Museus de Sitges y el comisario de la muestra que hoy, a las 19 horas, se inaugura en CaixaForum Palma.

La pintura repartida en las dos plantas del centro cultural pone de manifiesto la enorme modernidad del catalán, que se formó en París, en concreto en el taller de Carolus-Duran. "Allí aprendió a tener una visión que nadie tenía en la península de la pintura española, sobre todo de la barroca de claroscuros", comenta. "Con sólo 17 años, Casas expuso en el Salón de Bellas Artes de París y presentó un autorretrato de sí mismo vestido de torero", relata el comisario. "Tuvo un gran éxito. Con ello, el artista demostró ya manejar desde la adolescencia muchos recursos de marketing personal", sostiene.

En una segunda etapa en París, su mayor influencia fue Toulouse-Lautrec. Ésta puede rastrearse por ejemplo en un retrato al carbón que Casas hizo de Rusiñol, así como también en otra galería de retratos que realizó a más de 200 personas que él consideraba importantes en la Barcelona del momento. "Los expuso en Quatre Gats y todos los artistas jóvenes que los vieron se quedaron fascinados, entre ellos un recién llegado Picasso", explica Domènech. Para la muestra, se ha conseguido mostrar un retrato del artista malagueño donde dibuja a Rusiñol y que emula el estilo de Casas. Un pintor que no sólo influenció a la nueva hornada de artistas, sino que su impronta también se hizo patente en otros pintores más maduros, como Sorolla, tal y como puede verse en la planta baja de CaixaForum.

El segundo ámbito de la exposición se titula acertadamente Poética de la multitud. En él, es posible contemplar una magnífica pintura de la salida de la procesión del Corpus de Santa Maria del Mar de Barcelona. Una masa ingente es retratada. En este cuadro, es posible rastrear la influencia del lenguaje fotográfico tanto en el enfoque como en el encuadre. "El cuadro es del 94. Por entonces, Barcelona era una olla a presión y la capital del anarquismo. Esta pintura es muy importante porque capta el momento justo antes de que estallara una bomba fruto de un ataque terrorista que mató a 12 personas", narra el comisario. "Esa sociedad en tensión también fue mirada y analizada por Casas", agrega.

La exposición se completa con pinturas que retratan la vida bohemia, la cultura popular de los toros o el circo, la mujer moderna y los pocos desnudos que pintó durante su vida. También relaciona por primera vez a Ramon Casas con su contexto para medir su importancia en la pintura española.