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Arte

Rafa Forteza: "La pintura es ilusoria y la escultura es como un puñetazo"

El artista propone un juego visual y táctil en su nueva exposición en la galería L21, marcada por la verticalidad y la acumulación de materiales

Rafa Forteza junto a sus esculturas en la galería L21. manu mielniezuk

La última exposición de Rafa Forteza en la galería L21 es una provocación visual y táctil para el espectador. Las últimas piezas tridimensionales del artista mallorquín han ganado en complejidad constructiva, fruto de un diálogo potente en el estudio del pintor entre los diferentes elementos que las componen. "En esta exposición me he dado cuenta de que las esculturas pedían su propia hegemonía. No querían ponerse al lado de las pinturas o ser únicamente una simbiosis de éstas", explica en un recorrido donde va deteniéndose en cada una de las obras y donde hace de hilo de Ariadna el color naranja.

En un espacio neutro, amplio y blanco como la nave industrial de L21, Forteza ha indagado y experimentado con la percepción del espectador. "Me interesa la relación entre el ver y el mirar. El montaje me ha demandado diseccionar el proceso de percepción de las obras y me ha obligado a tomar conciencia de este territorio explorándolo", señala. La exposición ha ido creciendo a lo largo de un mes. "No trajimos todas las piezas de golpe, sino que poco a poco iban viniendo una a una conmigo conquistando este espacio, poniendo pica a pica, de tal manera que una pieza me llevaba a la otra", relata. Sobre su investigación en el acto de percibir, Forteza recuerda a Wittgenstein: "Él decía que la gente se queda en el ver. Tú le dices, mira, pero la gente ve. Mirar es una actitud".

La capacidad de transformación es otra característica de estas nuevas esculturas. "Reconozco que antes eran más monolíticas", confiesa. Tanto es así, que muchos de los fragmentos que las componen permiten una movilidad y diferentes combinaciones y posiciones.

La acumulación es el principio constructivo de estos cuerpos complejos. Forteza utiliza distintos materiales que provienen ora de la naturaleza, ora de procesos industriales en los que ha intervenido el hombre. El objet trouvé respira en estas obras, al igual que el espíritu de Miró, sin embargo hay que señalar que el artista mallorquín trabaja intensamente en su taller los elementos encontrados ya sea cortándolos o aplicándoles pintura, entre otras técnicas. En algunos casos, las piezas proponen un juego casi dadaísta al espectador, con sus caras y narices imposibles. Y con su posibilidad de tocarlas y transformarlas.

Los cuadros también tienen presencia en este nuevo proyecto que estará hasta el 7 de septiembre en la galería. "La pintura me sigue interesando porque es muy ilusoria. Pero la escultura es más un estigma, un puñetazo", considera. "Me gusta mucho la traslación de un concepto o una idea a un objeto".

Juego de palabras

El título de la exposición, Cuando el pie encontró su cabeza, es un juego de palabras. "El pie significa asentarse y en la escultura funciona así: tienes una idea en la cabeza y después la has de asentar", comenta.

Escribe sobre esta exposición la crítica y comisaria de arte Beatriz Escudero: "El conjunto produce una instalación que quiere escapar a cualquier consideración sumaria, como en toda la obra de Rafa, de manera casi anárquica. Su obra genera una realidad alucinante envolvente, sinestésica, a través de composiciones, colores y materiales que evocan sensaciones visuales, táctiles y auditivas que nos llevan por un momento al estudio del artista: un refugio en el que se acumulan años de práctica artística, libros de artistas, literatura, poesía y la música que nutre su obra".

Por otra parte, el artista acaba de editar una suerte de anticatálogo: más cara 2016. "Es mi obra fragmentada", explica, "una manera de presentarla que genera nuevas miradas". En la publicación, aparecen las piezas que presentó en la exposición individual que inauguró en Es Baluard hace más de un año así como instantáneas de su propio taller. La edición emula una moleskine. Cuenta con textos de David Barro, Carolina Castro Jorquera y Nekane Aramburu. Las fotografías las firman Miquel Julià, David Bonet, Jean Marie del Moral y Natasha Lebedeva.

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