Los nervios iban por dentro, pero no se notaron en la interpretación de las obras. La ilusión de los 104 alumnos de música de Balears que anoche se estrenaron con la Simfònica acompañó todo el concierto que ofrecieron en el Palacio de Congresos. El auditorio, formado por casi 1.500 personas, les premió con aplausos por una velada mágica que ninguno de los niños podrá olvidar jamás.

Minutos antes de las 20 horas, muchos de los asistentes buscaban, entrada en mano, el acceso a la sala Illes Balears del palacio. En el hall, algunos músicos apuraban sus últimos minutos de relax antes de subirse al escenario y el gerente de la orquesta, Pere Bonet, aguardaba a la consellera de Cultura Fanny Tur, que llegó puntual a la actuación.

La sala se fue llenando hasta los topes, excepto una parte del anfiteatro. La platea estaba ocupada en gran medida por las familias de los jóvenes músicos, de entre 11 y 16 años. "No se trata sólo de los padres de los chicos que viven en Mallorca, sino que también se han desplazado hasta Palma los de los alumnos de Menorca, Eivissa y Formentera", comentan desde la orquesta.

La luz se apaga. Es la señal de que el concierto arranca. Sale a escena el director, Pablo Mielgo, quien saluda, y a continuación van apareciendo por orden de instrumentos los músicos titulares de la formación, quienes protagonizan la primera parte del programa, el bello concierto para violonchelo en re mayor de Joseph Haydn. Les acompaña el jovencísimo chelista Jorge Giménez. La formación suena muy bien y ejecuta con destreza la pieza, que dura cerca de 20 minutos. Se encienden las luces y es el momento de la pausa. Es entonces cuando los alumnos de la Petita Simfònica abandonan el anfiteatro para prepararse y ocupar el escenario. En pocos minutos se van a estrenar.

Los primeros acordes de Masquerade de Aram Khatxaturian suenan ya en manos de los jóvenes instrumentistas, que están acompañados por ocho profesores y 50 músicos de la orquesta. Sus caras destilan ilusión pero también concentración. No en balde, llevan meses trabajando desde sus islas las piezas a las que se enfrentan. En los últimos días, lo han hecho concentrados y todos juntos en el campamento de La Victòria, en Alcúdia, además de compartir ensayos con la orquesta.

Para el final, llegó una lectura limpia y animada de Carmen de Bizet, que tuvo como colofón a toda una platea aplaudiendo a una satisfecha Petita Simfònica.

La recaudación del concierto se destinará a Unicef.