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Cómic

Max: "Los ejercicios extremos me hacen sentir vivo"

El Premio Nacional es el autor del primer cómic táctil universal, dirigido tanto a ciegos como no invidentes - El proyecto está online y en la Bienal de Venecia

Francesc Capdevila, Max (Barcelona, 1956), posa en Sineu con el cómic táctil editado para la Bienal de Venecia. manu mielniezuk

Si no hubiera reto al que enfrentarse, Max no sería el dibujante que es ahora mismo. Su motor es el anhelo de reinventarse. La quimera como horizonte. "Los ejercicios extremos me hacen sentir vivo", confiesa. Lo último que el artista ha dibujado es un cómic para ciegos. Un trabajo que no es más que una puerta abierta al futuro de los invidentes y su relación con la lectura de historietas, pero también una nueva vía de exploración para el cómic. Max ha tenido que adentrarse en unos nuevos parámetros de percepción, los de las personas con discapacidad visual, un ejercicio que le ha conducido prácticamente a la invención de una técnica y a un reajuste muy importante del lenguaje habitual del cómic.

El proyecto arranca cuando Max recibe a finales de 2016 la llamada de los comisarios Mery Cuesta y Roc Parés, quienes le proponen colaborar de manera paralela con el proyecto que el artista Antonio Abad estaba preparando para el Pabellón de Cataluña en la Bienal de Venecia. "Abad ha creado una aplicación específica de móbil para que los ciegos de Venecia vayan enviando a una página web lo que sienten y piensan mientras pasean por las calles de la ciudad", apunta el dibujante. "Es como un mosaico gigante, un mapa con puntos marcados, para saber cómo perciben esa urbe los invidentes", añade. El encargo para Max (casi quimérico) consistía en dibujar un cómic universal -para ciegos y no invidentes- que reflejara el resultado de la propuesta de Abad.

Tras aceptar el reto, se abría el turno de la investigación. El artista afincado en Mallorca no pudo aferrarse en exceso a las experiencias de cómics táctiles desarrolladas con anterioridad. "Por lo que sé, hay dos precedentes", relata. Una de ellas es una historieta impresa sin tinta y en braille muy modesta de Philipp Meyer realizada en 2013 que nunca llegó a comercializarse. La otra es la del dibujante griego Ilan Manouach, que se expuso en 2016 en el Musac de León, "pero cuyo sistema se me hace complicado entender sólo a través de la información que se obtiene de la web". Max se distancia de estas dos experiencias. "El que nosotros hemos hecho es el primer cómic impreso en papel con relieve y tinta y que tiene una cierta extensión y complejidad narrativa", constata. No en balde, Un paseo en barca consta de 14 páginas.

"He de reconocer que cuando acepté el reto estaba completamente perdido", asume el dibujante. Antes de ponerse a concebir el cómic, hubo de investigar en el modo en que perciben los ciegos y las pautas que siguen cuando leen. Esa inmersión comenzó cuando Mery Cuesta, profesora del Máster de Cómic de la Elisava de Barcelona, le invitó a participar como docente en un taller mixto entre alumnos suyos e invidentes y personas de baja capacidad visual. "Creamos equipos de dos formados por un alumno con visión normal y otro invidente. Y les encargamos representar una historia muy simple directamente con arcilla en modo bajorrelieve que los demás compañeros debían ser capaces de interpretar táctilmente", comenta. "Este ejercicio me sirvió mucho. Fue un primer acercamiento para entender cómo representan los ciegos sus sensaciones de manera plástica y cómo leen lo que hacen los otros", asegura.

Tras esta primera toma de contacto, Max constató algunas de las reglas básicas que debía seguir para dibujar las historietas táctiles. "Comprendí que debía descartar herramientas como perspectivas, fondos, profundidades. O que las líneas cinéticas eran muy complicadas. También que no podía usar recursos enfáticos como las gotitas de sudor en un personaje", comenta. Con este bagaje, Max inauguró una fase de probaturas que iba enviando a Barcelona, en concreto a Mery Cuesta, para que las fuera testando con voluntarios de asociaciones de invidentes de Cataluña. "Poco a poco fui aprendiendo qué cosas iban a funcionar y qué técnicas había que aplicar. Por ejemplo, el cuerpo de la letra debía ser elevado para que las pudieran interpretar. Tampoco podía usar líneas que se cruzaran porque cuando el dedo llega a ellas luego no saben qué dirección tomar. Las formas debían ser aisladas", explica. En resumen, "todo debía ser simple, claro y sobre todo sintético". Un camino que entronca con la evolución natural del estilo maxiano, cada vez más desnudo.

Con las herramientas y las reglas ya pautadas (con un Max inventándose prácticamente una técnica nueva de hacer cómics), al Premio Nacional sólo le faltaba el guión del libro. Una trama que se le manifestó en un viaje que realizó el pasado febrero a Venecia. "Fui hasta allí cuando Abad estaba poniendo en marcha su proyecto piloto. Organizaban salidas en grupo de invidentes para que fueran probando la aplicación", relata. "Entonces encontré la inspiración en un paseo en barca de 20 minutos guiado por un ciega llamada Giulia Oblach", desvela. Precisamente el cómic táctil narra ese paseo en barca. "Sonidos, ruidos, olores, sensaciones táctiles, frío, calor, humedad, silencio, el sonido de una radio en marcha, gente que pasa por encima de un puente, el eco de una voz...". "Hice un esquema explicando el viaje en barca por etapas", comenta Max. Cada una de las páginas del cómic está dividida en dos partes. Arriba, hay una suerte de viñeta que sitúa geográficamente al lector, una suerte de mapa dibujado a vista de pájaro. "Los ciegos, cuando se imaginan una escena, es como si la vieran en un mapa, de arriba a abajo", apunta Max. En la viñeta de abajo, el artista plasma la sensación dibujada. "Allí hay texturas diferentes para diferenciar lo que es el agua y la tierra, los sonidos, etc...". "Cada página tiene también un título donde al lector se le ofrece un contexto para que pueda interpretar. Esto es imprescindible cuando hablamos de invidentes", asegura. Un glosario, a modo de instrucciones, con los términos y las diferentes texturas abre el cómic.

Dibujar sensaciones le llevó a Max a un territorio del cómic limítrofe con la abstracción. La humedad es como un cuadro con el dripping de Jackson Pollock. En otros casos, las percepciones son casi pictogramas.

El cómic se editó como catálogo. Se tiraron más de 400 ejemplares y están a la venta en la tienda de la Bienal. "Proyectos así, de momento no pueden comercializarse por el coste de la técnica y han de contar con el apoyo institucional", apunta. Para la producción, el estudio italiano de diseño Avanti-Avanti dio con la técnica para la impresión después de investigar con otros métodos. "La perforación del papel con el braille o la impresión en plástico no nos servía porque lo que queríamos era un cómic universal en papel. Entonces, a este estudio se le ocurrió la impresión en resina, que es muy cara", refiere el dibujante, quien cree que el futuro para comercializar cómics táctiles para ciegos pasa por la democratización de las impresoras 3D.

En estos momentos, el artista aguarda el feedback de los invidentes y que el proyecto pueda exponerse en Cataluña. De momento, el cómic puede descargarse en versión plana (sin relieve) en la web www.blind.wiki/venezia y visitarse hasta noviembre en la Bienal de Venecia.

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