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Portero de noche

so es Don José, portero, en esa versión de Carmen que Johan Inger ha ideado para la Compañía Nacional de Danza. Un portero que, a partir de su amor por Carmen y sus consiguientes celos, desencadena el drama.

Dos horas de auténtica delicia sobre el escenario del Teatre Principal de Palma, con una dramaturgia de Gregor Acuña-Pohl, escenografía de Curt Allen Wilmer y vestuario del recientemente fallecido David Delfín (a quien se dedicó el espectáculo) también para el recuerdo.

Esa Carmen, que utiliza diferentes músicas, unas en directo y otras enlatadas pero con un nivel de ensamblaje de laboratorio (un ¡Hurra! para los técnicos de sonido) es un espectáculo bellísimo, con un nivel conceptual de primera fila y en la que nada es superfluo ni nada falla.

La Orquestra, con Manuel Coves al frente, muy, pero que muy bien. Y eso que solamente estaba formada por cuerdas y percusión, ¡pero qué cuerdas y qué percusión! La adaptación musical de las obras de Georges Bizet y Rodion Shchedrin fue artísticamente impecable, utilizando de forma del todo apropiada violines, marimbas, timbales? Pero también interesante la música original de Marc Álvarez, que en ningún momento desentonó con la de los dos maestros.

Del cuerpo de baile, en el que la mallorquina Mar Aguiló tuvo momentos solistas, no podemos más que decir que estuvo magnífico. Sus movimientos, precisos y expectantes. Y de los solistas, ¿qué añadir a los elogios que ya han recibido Sara Fernández, Antonio de Rosa, Alessandro Riga y, sobretodo, de Daan Vervoort? Siempre quedaríamos cortos.

En resumen, un espectáculo redondo, así, sin paliativos. Lástima que esa compañía, que pagamos entre todos, llegue a Mallorca muy de tarde en tarde.

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