El montaje Només són dones ( Solo son mujeres), con música y voz de la mallorquina Maika Makowski (Palma, 1983), y los espectáculos de danza Oskara y Caída del cielo se erigieron en los grandes triunfadores de l

El Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia acogió en la noche del pasado lunes la ceremonia de entrega de estos premios, en una gala centrada en reivindicar la importancia de la autoría en general y la femenina en particular y donde se defendió tanto el papel de las mujeres silenciadas y olvidadas como del valor de la memoria histórica, de la libertad de expresión y de la comedia y sus cómicos.

Només són dones logró dos Max de los cuatro que aspiraba, al premiar a la valenciana Carme Portaceli -actual directora del Teatro Español de Madrid y ganadora de un Max en 2008- como mejor dirección de escena y a la obra como mejor espectáculo de teatro.

Una obra, con música en directo de Makovski, que cuenta cinco historias entrelazadas sobre los sufrimientos de miles de mujeres en las prisiones del Estado español durante la Guerra Civil: esposas, madres, hijas y hermanas pero también, y sobre todo, militantes, sindicalistas, guerrilleras y luchadoras incansables por la democracia y los derechos adquiridos. El montaje, que también pone en escena a Sol Picó (danza) y Míriam Iscla (texto), no se ha podido ver en Mallorca todavía, aunque a Makovski se le podrá escuchar en el Principal el próximo día 29, en concierto, con Chinook Wind, el séptimo de sus discos.

No es la primera vez que Makovski gana un Max. Ya lo hizo en 2014, premio a la mejor composición musical por Forests, pieza dedicada a los simbolismos de los bosques en las obras de Shakespeare, bajo la dirección de Calixto Bieito, precisamente el hombre que le hizo debutar en el teatro con Desaparecer, un poema-concierto a partir de textos de Edgar Allan Poe.

Oskara, de Kukai Dantza y Marcos Morau/La Veronal, aspiraba a siete galardones y finalmente se alzó con el de mejor diseño de vestuario, mejor elenco de danza y mejor espectáculo de danza, un trabajo "instalativo" que conjuga la raíz del folclore vasco con la expresión más vanguardista y que tiene por máxima, como señalaron sus responsables, que "un pueblo que baila nunca muere".

Por su parte, Caída del cielo, "un tránsito matérico por la celebración que es ser mujer" de Danza Molina SL/Compañía de Rocío Molina, con cuatro candidaturas, se llevó los Max a la mejor coreografía, a la mejor intérprete femenina de danza (Rocío Molina, que se arrancó a bailar durante su segundo discurso de agradecimiento) y al mejor diseño de iluminación.