En las entrevistas promocionales Ridley Scott subraya su objetivo, que los espectadores se lleven un puñado de sustos. Para él, la franquicia se ha convertido en una caterva de bichos pérfidos saltando de nave en nave y planeta en planeta a la caza de pánfilos humanos en busca de nuevas tierras colonizables.
Alien, el octavo pasajero tenía sustos, sí. Y también detalles finos. Las referencias a Joseph Conrad (nave Nostromo) no eran casuales, como la soledad de los navegantes de alta mar enfrentados a monstruos inimaginables. El diseño del alienígena y su entorno, por parte de Giger, fue otro hito. A eso le sumaron el formato de los diez negritos, los compadres eliminados sucesivamente. Otro acierto de Scott en esa primera entrega fue que la protagonista, la superviviente final, fuera una mujer, moderadamente atractiva y con carácter. En Covenant apenas queda rastro de esa gran entrega inicial. Los tripulantes parecen una panda de fugados de cualquier Gran Hermano, descerebrados, mal preparados, indiferenciables unos de otros, blandos o garrulos. No se aprecian cadena de mando ni protocolos de actuación; se dispersan a las primeras de cambio, los de mayor rango tomando los mayores riesgos. Lo mejor del filme, retomado de Prometheus, es el robot (Fassbender) al que replican y enfrentan a su hermanoide. La realización, lo único en lo que se ha superado el cineasta inglés estas últimas décadas, es excelsa. Su desdén por el guión, por la verosimilitud, por personajes con un mínimo de cuajo y matices, resumen esta entrega en el grito de Waterston poco antes del final. Hay que matar a esa cosa. Los espectadores que sólo busquen ese puñado de sustos, adelante.
**½
Nacionalidad: Estados Unidos 122 min.
Director: Ridley Scott. Actores: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Danny McBride. Cines: Augusta, Rivoli, Porto Pi, Ocimax, Artesiete Fan, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor
