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Exposición

Susy Gómez invita a "escuchar el latido del corazón" con 'El baile de la vida'

La artista inaugura en el Museu Contemporani d'Eivissa una muestra inspirada en Munch que viajará posteriormente a Madrid

Susy Gómez, en su estudio-taller palmesano, posa entre dos de sus obras. manu mielniezuk

"Escuchar el latido del corazón, no el de la exigencia externa". Ese es "el gran mensaje" de El baile de la vida, exposición con cierto "carácter retrospectivo" que Susy Gómez (Pollença, 1964) inaugura hoy en el Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE) y que tras su estancia en la isla pitiusa recalará en el espacio Tabacalera de Madrid.

Con esta muestra, que integra tres instalaciones de gran formato y una acción que requiere la participación del visitante, la artista se reencuentra con Eivissa, isla que "siempre ha sido importante" en su "exploración personal", confiesa, y que descubrió con 17 años. "Todo lo que nos llega y sorprende a esta edad es muy fértil, queda muy impregnado, porque es una edad en la que buscamos nuestros referentes", reconoce.

"Aquel fue mi primer contacto con Eivissa -continúa-, a principios de los 80, una Eivissa muy holística, muy relajada, que todavía tenía ese papel de trasladar a las tradiciones mediterráneas más relacionadas con la familia, con lo religioso, y con una serie de ideas más anquilosadas, lo que era ser y vivir en una isla".

"Eivissa siempre me llamó la atención por su parte espiritual, por traspasar límites de la propia sexualidad, de los arquetipos establecidos", subraya.

Inspirada en Edvard Munch

Comisariada por la directora del MACE, Elena Ruiz, cuya "valentía y visión han sido determinantes" para levantar este proyecto, y Enrique Juncosa, poeta y crítico de arte, El baile de la vida es una exposición cocida a fuego lento, "con pasos austeros", que toma su nombre de una obra de Edvard Munch, la pintura La danza de la vida. "Fue una sugerencia de Juncosa. Precisamente el ejercicio con el que entré a Bellas Artes (en Barcelona) era un trabajo en torno a El Grito de Munch. Eso destapó una serie de principios básicos que me movían a mí como artista en ese momento tan seminal de lo que sería el camino que iba a transitar", señala Gómez.

La muestra ocupa la Sala de Armas del museo eivissenc, ubicado en el corazón de Dalt Vila, Patrimonio Mundial de la Humanidad, y es un trabajo "muy espiritual" que consta de tres instalaciones y una acción a la que el espectador está invitado. "Se podrá colocar una serie de tejidos, como son sedas de gran formato de diferentes colores, que le abrazarán para hacer el recorrido", detalla. Una idea que conecta con Inspiració, exposición que Gómez presentó en 2011 y en la que, a modo de "gesto poético", dispuso un vestido largo con estampado de mimosas que el espectador podía ponerse para contemplar las obras. "El arte es un lugar de encuentro, no de uno solo", aclara la creadora.

Las instalaciones que exhibe en el MACE tienen una vocación escenográfica, "en cuanto que son como un plató, en el que el espectador está invitado para detonar esa escenografía que podríamos llamar emocional, una escenografía que disecciona en cierta manera el alma humana", explica.

Su obra se refiere a distintas etapas de la vida y simbolizan escenificaciones "que dan pie a un abordaje individual, a un ejercicio terapéutico en el que uno se enfrenta a su infancia pero llegando desde hoy. Hay esta parte como retrospectiva de la vida de uno mismo. No sé si es porque estoy en los 50", se pregunta.

En las piezas hay una conexión muy fuerte entre lo que es el cuerpo del arte y el cuerpo sosteniendo esta acción. Así, una de ellas es un velo apuntalado contra la pared, como si estos puntales fueron los hombros que luego vestirán este mismo velo. Es como un espejo y un discurso paralelo de arte y vida y ver cómo nosotros sostenemos nuestras vidas.

"Anclar" al espectador

Preguntada por los sentimientos que sus obras pueden despertar en el público, Gómez no duda en su respuesta: "Sobre todo, anclar al espectador en el momento en que está delante de las piezas", subraya una creadora para la que el arte "tiene que ser un lugar de parada, para tomar conciencia, tomar decisiones, plantearse cosas".

"Parece que en la sociedad occidental estamos empeñados en vivir en el pasado o el futuro. Y yo creo que la mejor manera de comunicarse con el pasado, con nuestros ancestros, con nuestra propia biografía anterior, es sintiendo en cada momento qué nos está ocurriendo. No posponer lo que ocurre. Habitar el presente es una manera de ser subversivo a una serie de manipulaciones más políticas. Mi función como artista es señalar esas fuerzas invisibles que la sociedad occidental se empeña en borrar. Más que el paso del tiempo lineal me interesa la durabilidad del tiempo, cómo llenamos nuestro tiempo y cómo esto nos hace más libres", argumenta.

El traslado de su "imaginario" de Mallorca a Eivissa se ha realizado en barco. "Antes de 1940, la vida se movía al mismo tiempo que nuestras almas. Con los medios de transporte actuales viajamos muy rápidamente pero alma se toma su tiempo para seguirnos".

La muestra se inaugura hoy y se podrá visitar hasta el 20 de junio de martes a viernes, de 10 a 16.30 horas, y los sábados y domingos de 10 a 14 horas.

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