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Entrevista

Víctor Pablo Pérez: "Las orquestas españolas, a diferencia de las europeas, son adolescentes"

"El Réquiem de Fauré exige contención y sensibilidad en cada una de las palabras"

Víctor Pablo Pérez, el pasado lunes en Palma durante uno de los ensayos del ´Réquiem´ de Fauré. manu mielniezuk

-¿Qué significa para un director como usted ponerse al frente de una orquesta como la de Balears?

-Siempre es un reencuentro muy feliz. He tenido ya varias experiencias con la Orquestra, y casi todas ellas junto a la Coral Universitat de les Illes Balears, con la que llevo colaborando desde hace casi 30 años. Es un placer dirigir a esta formación, que está ahora en un momento de crecimiento muy importante y con una concentración grande por parte de sus músicos.

-Una orquesta cuya continuidad se vio amenazada por los recortes. ¿Qué ambiente se ha encontrado entre los músicos?

-He ido siguiendo los diferentes avatares de esta orquesta golpeada duramente por la crisis. Ahora creo que han encontrado una fórmula estupenda con una nueva gerencia, un director artístico como Pablo Mielgo muy comprometido con el devenir de la orquesta y trabajando día a día en algo que a veces los directores no hacen, que es preocuparse también de que la orquesta siga creciendo, porque nuestras orquestas españolas, a diferencia de las europeas, son todavía adolescentes. En el día a día, hay que ilusionar al público y a los políticos, y en ese aspecto Mielgo está desarrollando una labor muy intensa.

-Usted que la conoce bien, ¿cuál es la principal virtud de la ´Ciutat de Palma´?

-Es una orquesta muy flexible, con las antenas desplegadas para buscar cualquier fórmula artística o indicación musical que se le plantee, algo que es de agradecer. Una orquesta que está pendiente de cualquier mejora. Hay orquestas europeas muy buenas pero que tienen un cierto nivel de rutina, algo que afortunadamente no se da en la Orquestra de Balears.

-Uno de los objetivos de sus responsables es acercarla cada vez más a la ciudadanía. ¿El principal peligro de una orquesta es encerrarse en sí misma?

-Las orquestas españolas tienen que hacer un esfuerzo enorme para acercarse a la sociedad, como puede ser a través de conciertos al aire libre, y siempre en grandes condiciones, de escenario y de sonido. Pero también una orquesta debe tener grandes solistas internacionales y directores invitados, y en el caso de la de Balears buscar a esos nuevos melómanos que hay entre los turistas y medio residentes, gente que ha vivido habitualmente la música clásica y puede acoger la orquesta tan maravillosamente como lo hacen en sus países. También hay que trabajar el aspecto pedagógico, formando a los músicos del futuro; y el social.

-¿Se puede hablar de un auge creciente por la música clásica en España?

-Lo ha habido. En los últimos años se han creado en torno a 25 orquestas profesionales y unos 50 nuevos auditorios en todo el país, un número quizá excesivo. Pero nunca están de más sitios en los que generar cultura. Habría que movilizar más a la sociedad civil, a los empresarios y que finalmente algún gobierno saque la famosa y prometida ley de mecenazgo, pues animaría a muchas empresas a invertir en cultura.

-¿Qué marca al ´Réquiem´ de Fauré?

-El Réquiem de Fauré es una obra fantástica, un Réquiem completamente distinto a todos los demás. Es un Réquiem de esperanza, de consolación, positivo. Lo importante a la hora de interpretarlo es tener esa sensación de flexibilidad y de que la muerte también puede ser algo agradable. La Coral Universitat tiene muchísima experiencia y el Réquiem es una obra que les va especialmente.

-¿Su principal dificultad reside en los crescendos de la orquesta y el coro?

-No especialmente. Lo más difícil es encontrar el color de la música. Es un Réquiem tan distinto al de Mozart, Verdi o Brahms. La de Fauré es una música más espiritual, más íntima. La contención es importante y la sensibilidad, en cada una de las palabras, fundamental.

-¿Cómo se enfrenta uno a una maratón emocional como la que realizará el Día de la Música, el 24 de junio, en Madrid?

-Con serenidad y entrenamiento. Dirigir 9 novenas sinfonías de 9 compositores con cinco orquestas distintas en un solo día es un triple desafío: físico; estilístico, porque hay que adentrase en personalidades como las de Haydn, Beethoven, Shostakóvich o Mozart; y a la vez un reto emocional. La de Mahler la ejecutaremos en último lugar porque después de ella no se puede dirigir nada más, simplemente meditar.

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