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Convivencia de voces corales Onzequinze y Sant Cugat

Las autoridades asistentes junto a Pere Salas.

El pasado fin de semana estuvo en Mallorca la Coral Juvenil de la Escuela de Música de Sant Cugat, que lleva el nombre de una de las voces más bellas del siglo XX, Victoria dels Àngels.

Alrededor de veinte voces jóvenes, con sus directores y pianista convivieron con otros tantos jóvenes de la isla, en sus casas, devolviendo así la visita que los miembros de la Coral Onzequinze de Joventuts Musicals de Palma (una de las filiales de la Coral Universitat Illes Balears) les hicieron el año pasado.

El intercambio de corales, y no solamente las de jóvenes, es siempre interesante, para los miembros de las formaciones participantes pero también para el público. Los primeros amplían su zona geográfica de actuación y experimentan lo que significa vivir fuera y compartir. Para los espectadores es siempre una manera de escuchar otras maneras de cantar.

Las dos corales que motivan el presente comentario (que no crítica), convivieron juntas prácticamente durante cuarenta y ocho horas: ensayos, comidas de compañerismo y dos conciertos, uno en Palma (Monasterio de La Real, el sábado) y la Iglesia Parroquial de Sant Joan (el domingo por la mañana). En los programas un repertorio de lo más ecléctico, desde Ave Maria de Giulio Caccini (s. XVI-XVII) hasta Viva la Vida de Coldplay, pasando por Pie Jesu de Fauré, algunas canciones de estilo étnico así como Natura m'atura, una obra que Raimon Romaní compuso expresamente para su coral, sobre textos de Narcís Munsó.

El público también participó en el evento con el improvisado canon Singing all together.

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