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Los amigos de Toni

Reencuentro de amigos al cabo de un cierto tiempo y grandezas y miserias que salen a relucir. He aquí un argumento recurrente, aprovechado reiteradamente por el teatro o el cine ( Los amigos de Peter, por ejemplo) y que, al mismo tiempo, puede servirnos para identificarnos (casi todos hemos formado parte de una entrañable panda), o bien para trazar un retrato generacional: ahí, los referentes tienden a distanciarse.

Han pasado diez años de la muerte de Toni y sus mejores amigos: Edu, Carlota y Dani, le recuerdan con un fiestón, sustancias ilícitas incluidas. El texto de la joven autora británica Kate Tempest, que este elenco leridano, avalado por su éxito en la Fira de Tàrrega, pone por primera vez en escena fuera de su ámbito de origen, constituye un elemento válido para reflexionar sobre el pasado, el presente, el futuro y la vida en general. Algunas réplicas resultan memorables. La puesta en escena, muy intensa, muy cercana al espectador, destaca por su despliegue de energía. Tanta, que en algunos momentos parece complejo sostener el ritmo. Aparente austeridad, autenticidad notable y, a pesar de las referencias específicas, materia sustancialmente humana: en el fondo, no son tan distintos nuestros hijos de nosotros. Por eso mismo, tampoco nos sorprende la mayor parte de cuanto se cuenta. Ni lo que acaba ocurriéndoles a los personajes.

Mención muy especial para los tres estupendos intérpretes: Oriol Esquerda, Sandra Pujol y Xavier Teixidó, aunque quizás pueda uno preguntarse si era necesario someterles a semejante tunda. Y, ya puestos a objetar, ¿por qué el título original, en inglés?

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